Cinco síntomas del cambio climático
Cinco síntomas del cambio climático
Pedro Solano

Finalmente sucedió: Estados Unidos anunció su salida del . Esto era previsible, sobre todo con un presidente como que, años atrás, ya había dicho que el calentamiento global era un invento de los chinos para hacer que los EE.UU. deje de ser competitivo. Trump piensa que el Acuerdo de París genera oportunidades para otros, pero que resta competitividad a su país.

La decisión de Trump significa no solo una salida de los EE.UU. al acuerdo, sino también al Fondo Verde Climático, que apoya a las naciones en desarrollo y donde su país ya había aportado mil millones de dólares. El presidente estadounidense ha dicho que negociará un nuevo acuerdo “justo” poniendo los intereses nacionales por delante.


Esta decisión del republicano se toma pese a que instituciones estadounidenses como el Pentágono y la NASA –que sí creen en el cambio climático– han manifestado que es indispensable organizarse para enfrentar este desafío. Del mismo modo, tanto para la diplomacia como para un amplio sector político norteamericano, el Acuerdo de París representa un pacto mundial con tantos adherentes e implicancias económicas y sociales que resulta absurdo que EE.UU. no sea una parte activa –y líder– del mismo.

Incluso, estados importantes como California, y corporaciones tan grandes como Apple, Google, ExxonMobil y Chevron son favorables al acuerdo, y aseguran que su competitividad depende de la adherencia al pacto en un contexto de cambio climático.

¿Pero qué significa la salida de los EE.UU. del Acuerdo de París? En el plano ambiental, la renuncia al cumplimiento de la contribución nacional significa que no habrá una meta ambiciosa de reducción de emisiones de EE.UU. como país. Sin embargo, pese a que el mundo perderá un actor importante en su lucha por frenar el calentamiento global, difícilmente cambiará la agenda climática. La decisión de Trump busca proteger el empleo en los EE.UU. sobre todo vinculado a las industrias del carbón y los hidrocarburos. Diversos analistas han demostrado que en el mediano y largo plazo esto es poco probable: la industria del carbón viene en una caída seria desde hace ya varias décadas, y las grandes industrias de los hidrocarburos van mutando hacia esquemas diferentes justamente para asegurar su competitividad.


Desde la perspectiva legal, es poco probable que la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas ceda a las pretensiones de Trump de negociar un nuevo tratado. Por tanto, EE.UU. deberá asumir el costo político y económico de su retiro. Cabe precisar que esta salida se daría recién a partir del 2019, pues los países firmantes del Acuerdo de París solo pueden retirarse formalmente luego de tres años de su entrada en vigencia. Luego debe pasar un año adicional para que surta efectos. Curiosamente, esto sucedería un día después de las nuevas elecciones presidenciales estadounidenses.

A nivel político, la decisión de los EE.UU. modifica el equilibrio entre China y este, y puede condicionar al gigante asiático a repensar su propio papel en el compromiso. Así, será interesante ver si la apuesta de Pekín es por su competitividad global, basada en la generación de empleo asociada a una nueva matriz energética (que es parte fundamental de la agenda climática), o si opta por la competitividad interna de corto plazo, basada todavía en las industrias y los sectores con grandes emisiones. Hoy, las proyecciones de China hacia el mundo parecen indicar lo primero, pues difícilmente el país asiático dejará pasar la oportunidad de consolidarse como un líder global.

Lo cierto es que EE.UU. podría quedarse solo en esta aventura y, peor aún, podría aislarse de los mercados globales que sin duda castigarán esta decisión, y de sus propios estados, instituciones y corporaciones. Por paradójico que parezca, esto hará –al final– que el país norteamericano pierda competitividad y liderazgo, justamente lo que, a primera vista, parecía ser la angustia principal de Trump.