El Perú busca hoy su camino al desarrollo. Este camino no es automático. Requerimos construirlo, sobre nuestras fortalezas y realidades cambiantes.
Históricamente, los países que se desarrollaron también se industrializaron. El proceso de desarrollo convencional consistió en movilizar trabajadores agrícolas al sector manufacturero. La industria manufactura mostraba dos ventajas: era intensiva en mano de obra y tenía alta (y creciente) productividad. Este camino siguieron Italia, España, Japón y Corea. Y China en la actualidad.
Sin embargo, los países que se desarrollen en el futuro posiblemente no se basarán únicamente en la manufactura. Esta está perdiendo características que la hicieron particularmente atractiva. Por ejemplo, es ahora menos intensiva en mano de obra. La proporción del empleo manufacturero ha caído en todo el mundo. Por otro lado, el mundo se organiza en tres grandes cadenas de valor globales (Norteamérica, Asia y Europa). Los países fabrican solo algunos componentes del producto final. Ello diluye los beneficios de la integración vertical. Para el Perú, alejado de estas cadenas, el reto de la industrialización es grande.
El sector manufacturero es el más grande de nuestra economía. Y generador de buen empleo. Pero como resultado de estas tendencias mundiales, retomar el 7% de crecimiento requerirá una estrategia de desarrollo basada en frentes múltiples, incluyendo la manufactura. O, en la terminología del Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP), impulsada por varios motores.
Un motor esencial debe seguir siendo la minería. Es altamente productiva, genera altos ingresos y dinamiza otros sectores. La agroexportación es clave también. Tenemos fuertes ventajas comparativas. Seremos pronto un líder mundial. Es además generadora de empleo y demandante de productos manufacturados y de servicios. El mayor reto es seguir abriendo más mercados.
Los servicios son otro potencial motor. Es donde la mayoría de nuestra mano de obra está empleada. Una parte tiene muy alta productividad, pero es pequeña en términos de empleo. El otro segmento es generalmente no transable, muchas veces improductivo y con alto empleo informal.
Nuestro camino al desarrollo requerirá estos y otros motores encendidos. Deben ser potencialmente exportables, por cuatro ventajas. Primero, los sectores de exportación compiten con el mundo, lo que los fuerza a ser productivos. Segundo, permitirán retomar el crecimiento y reducir a la vez la cuenta corriente deficitaria. Tercero, al vender no solo localmente tienen un potencial de crecimiento ilimitado. Cuarto, sus ganancias en productividad implican aumentos en el empleo.
En este contexto y como parte del PNDP creamos tres mesas técnicas sectoriales. No escogemos ganadores: buscamos aumentar la productividad de los sectores mejorando lo que le corresponde al Estado hacer. Dos mesas son de recursos naturales: forestal y acuícola (con ventajas comparativas similares a la agro-exportación). Y una de servicios: industrias creativas. Próximamente nacerá una manufacturera: textil. Las mesas están enfocadas en resolver problemas de regulación, infraestructura e innovación que impiden el despegue de los sectores. Progresivamente abriremos nuevas mesas.
Cada país debe encontrar su propio camino. Es instintivo querer darle valor agregado a nuestras materias primas. Pero concentrarnos en agregarles valor nos limita. Suiza no produce cacao y exporta chocolates. Asimismo, el que produzcamos cobre no implica ventajas comparativas en la producción de alambres de cobre, que tendría que pagar el precio internacional de la materia prima, y luego el costo de su transporte a los consumidores finales. Lo que realmente importa es la productividad. A veces, lo más productivo es exportar recursos naturales; otras veces es darles valor agregado.
El camino al desarrollo muchas veces resulta en giros inesperados. En Finlandia el ‘boom’ del sector forestal no implicó una concentración en la fabricación de muebles de madera. A través de mejoras en las maquinarias que cortan árboles se desarrollaron tecnologías que eventualmente resultaron en Nokia. Análogamente, una contribución fundamental de nuestro sector minero es ser ancla de demanda de insumos. Ello puede permitir acelerar el desarrollo de metalmecánica y servicios mineros. Asimismo, de tecnologías para otros sectores.
Nuestras capacidades productivas fundamentales (capital humano, capacidad de innovar e infraestructura, y la fortaleza de nuestras políticas macroeconómicas e instituciones) son las que sostendrán nuestro crecimiento en el largo plazo. Estamos fortaleciendo algunas capacidades. Pero las brechas son vastas. Y los retornos no serán evidentes hasta años después. El éxito requiere visión de largo plazo, voluntad política y perseverancia. Pero es el único camino para lograr un desarrollo made in Perú.