Natalia Manso Álvarez

El lema del 2023 impulsado por las Naciones Unidas será “Por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género”, cuyo tema central será la innovación, el cambio tecnológico y la educación en la era digital para alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de todas las y niñas.

Hemos vencido la brecha en asistencia escolar en primaria entre niños y niñas, tanto en el ámbito urbano como en el rural. Es más, en secundaria, hay más niñas que niños matriculados. Sin embargo, los efectos de la brecha digital de género sobre las desigualdades sociales y económicas son innegables, como también lo son los peligros para niñas y mujeres en los espacios digitales, en los que están surgiendo nuevas modalidades de acoso, amenazas y tráfico de personas.

Las desigualdades digitales tienen tres dimensiones: el acceso a los equipos y a la conexión a Internet, la producción de información y contenidos, así como su acceso y la identidad de las personas que los generan. Según el informe “Perú: brechas de género 2022. Avances hacia la igualdad de mujeres y hombres” del INEI, la brecha digital entre hombres y mujeres es del 3% en las áreas urbanas y de casi el triple en las rurales, si bien las diferencias se difuminan cuanto más joven es la población. Por ocupación, las diferencias no son relevantes con excepción de un grupo bien definido: solo el 47% de las trabajadoras familiares no remuneradas acceden a Internet frente al 74% de sus pares masculinos.

La campaña del 8 de marzo del 2023 quiere visibilizar la importancia de proteger los derechos de mujeres y niñas en los espacios digitales y la necesidad de abordar la violencia de género digital desde edades tempranas. El impacto negativo de la tecnología en conductas violentas, como el ciberacoso, el ‘sexting’ o las grabaciones en situaciones de intimidad o de conductas violentas contra las mujeres son tarea del Estado, las empresas gestoras de redes sociales, las escuelas y las familias. En el 2019, Unicef realizó el “Estudio exploratorio sobre brechas digitales de género en población adolescente en Perú” en el que cuatro de cada cinco chicas adolescentes señalaron sentirse más expuestas a peligros en la web. Los riesgos más frecuentes son el ‘bullying’, el acoso y el chantaje, así como el robo de información.

Sin embargo, desde la tecnología también está surgiendo el desarrollo de aplicaciones para la geolocalización y alerta temprana de situaciones de vulnerabilidad y tecnologías como el ‘blockchain’ o cadena de bloques, para registrar en el tiempo las situaciones o comportamientos que pongan en peligro a menores y mujeres.

La tecnología confronta tres consecuencias de la violencia de género: la indefensión, el estigma y el aislamiento. La tecnología para el registro de conductas abusivas es un nuevo camino para probar los casos de violencia de género, y en ello están apostando iniciativas como el BID Lab, un laboratorio de innovación del Grupo del Banco Interamericano de Desarrollo, y su proyecto LACChain Notarizer, que rompe el aislamiento de la víctima mediante la programación de procesos automatizados, que permiten detonar en tiempo real protocolos de actuación en seguridad preventiva, asistencia temprana, órdenes de alejamiento o atención postraumática, todo ello en función de datos objetivos sobre niveles de riesgo y vulnerabilidad, protegiendo la identidad de las víctimas.

#8M #MujeresPorLosDerechosDigitales es el llamado de este año al uso inteligente de las herramientas digitales para proteger a niñas y mujeres de los espacios virtuales de violencia, para reclamar contenidos de calidad que no discriminen o estigmaticen a las mujeres y para cerrar las brechas de acceso a Internet y de desarrollo de las habilidades tecnológicas que den entrada a información, educación y servicios oportunos para todos y todas.

Natalia Manso Álvarez Profesora de Pacífico Business School