Juan Manuel Ostoja

La democracia en el está en peligro. La violencia, la intolerancia y la falta de diálogo nos están haciendo daño, y puede que sea irreversible. El desorden y la crisis actual en las sociedades democráticas son producto de la pérdida de valores. Por eso, desde el sector , debemos asumir el rol de formar con pensamiento crítico, pero también con valores, para que sean ciudadanos que superen las adversidades y que aporten al desarrollo del país.

El Latinobarómetro 2023 indica que el nivel de confianza en la democracia en el Perú es uno de los más bajos de la región. Según este ránking regional, estamos en el penúltimo nivel, junto con Haití. En medio de esta crisis sistémica, las poblaciones jóvenes –en los procesos electorales– vienen enfrentando una duda que puede ser fatal para el futuro del país: su votación se divide entre el ausentismo, la apatía y el antisistema.

En las últimas tres elecciones, el ausentismo juvenil es notorio. En el 2006, el 10,9% de los jóvenes entre 18 y 30 años no acudió a votar. Diez años después, esta cifra aumentó al 20,1%. Mientras que, en el 2020, en las elecciones extraordinarias al Congreso, llegó al 25,9%.

Si tenemos en cuenta que en el Perú tenemos casi siete millones de jóvenes en edad de votar, quiere decir que un millón y medio de ellos optó por no ejercer su deber frente a las urnas. Es un punto para tomar en cuenta, sobre todo si consideramos que la juventud es una etapa crucial en la vida de las personas, en la que se forman valores, actitudes y creencias que pueden influir en su futuro.

Lo preocupante es que la falta de confianza en la democracia puede llevar a la desafección política y a una mayor falta de participación ciudadana en los procesos democráticos, más aún en los jóvenes. Frente a este contexto, la educación juega un papel importante, ya que es una herramienta fundamental para transmitir conocimientos, habilidades y valores éticos, como la honestidad, el respeto, la tolerancia, la solidaridad y la responsabilidad social.

Estamos acostumbrados a decir que los jóvenes son el futuro del Perú, pero la verdad nos está demostrando que sin democracia no hay futuro. Con apatía, ausentismo o posiciones extremas, pierde la democracia, pierden los jóvenes y se pierde el futuro del país.

Sacar a los jóvenes de la apatía política implica fomentar la educación cívica, crear espacios de diálogo y debate, propiciar la participación y promover la transparencia y la rendición de cuentas. Es momento de que las instituciones académicas, empresariales y sociales se unan en un esfuerzo conjunto para salvar nuestra democracia. No es una tarea sencilla. Construir un país nunca lo es. Se requiere mucha formación y esfuerzo solidario.

La educación es el camino para contribuir en la formación de valores cívicos y democráticos, como la participación ciudadana, la defensa de los derechos humanos y la cultura de la legalidad. Estos valores son esenciales para la construcción de una sociedad más justa y democrática.

Las nuevas generaciones tienen mucho que aportar al país. Los jóvenes suelen ser agentes de cambio y pueden ser una fuerza impulsora para la participación ciudadana y el activismo político bien encaminado. La mayor motivación para participar en los procesos democráticos es su propio futuro.

Este es el mayor desafío que nos hemos planteado desde IPAE Acción Empresarial, con la organización del CADE Universitario 2023, bajo el lema “Elegimos democracia”, con el objetivo de generar un espacio de reflexión y acción, cuyo propósito es promover que los jóvenes tomen acción para aportar al desarrollo del país.

Salvemos la democracia. Separados lo perdemos todo. Juntos podemos más.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Juan Manuel Ostoja es presidente de la Federación de Instituciones Privadas de Educación Superior (FIPES)