Carlos Garatea Grau

La expresión “fuera de foco” suele emplearse para aquellas cosas alejadas del punto central de observación. De manera que “estar fuera de foco” remite a quien se encuentra distraído, confuso, o a quien no ve lo evidente por más que lo tenga en la punta de la nariz. Con facilidad podemos extenderla a que el actual discurso político “está fuera de foco” en muchos casos, aunque trate de asuntos que llevamos pegados a la nariz desde hace tiempo. Veamos algunos:

Sobran motivos para que la sea un tema prioritario en el país, pero no hay interés por formar ciudadanos ni por asegurar que se erradique la corrupción en todos los niveles del Estado. La discusión se reduce al palo y la cárcel.

Al mismo tiempo, si alguien denuncia al corrupto corre el riesgo de convertirse en sospechoso.

Por otro lado, muchos anticipan problemas en la economía y encienden las alarmas en defensa del modelo. Pocos recuerdan, sin embargo, la urgencia de crear empleo, el dolor de quien no lleva un pan a casa y los padecimientos de la salud pública. Hoy, además, la economía ilegal obliga a abrir los ojos y a pensar alternativas sensatas para evitar un colapso irreversible.

Hablamos de , uno de los pocos temas de consenso. Sin embargo, no faltan quienes manipulan el sentido de calidad, bajan los mínimos hasta confundirlos con el suelo, agitan el mar con nuevos cambios en la ley mientras otros pasan el tiempo diseñando la estrategia que permita aprobar a los jalados y hacer de la falta de méritos una virtud. El mundo al revés.

Por cierto, tropezamos con quienes reducen la modernidad al acceso tecnológico, la rapidez y el consumo. Gran desafío para ayudar a que la juventud encuentre su camino en la vida; y para esto es necesario tiempo, paciencia y compañía. Pero nos consta que se enmudece cuando interrogamos por nuevas maneras de enseñar y de aprender.

Piense usted lector, lectora, cuántas veces ha oído preguntar por el mejor camino para que echen raíces la democracia, la justicia y la igualdad en nuestro país. El día se va en redes de intrigas, complicidades y la infame acidez de quienes llenan de desconfianzas y temores el espacio que nos separa y que todavía somos incapaces de asumir como una de las tareas que nos obliga a ser creativos y prudentes en la búsqueda del bien común.

No cabe duda de que la pandemia nos convenció de la importancia de la ciencia y de la investigación; gracias a ambas regresamos a la calle. El COVID-19 también puso en agenda la necesidad de valorar el medio ambiente, la cultura, el arte y la paz, pero bastó que nos vacunáramos para dejarlos atrás. Durante el confinamiento vimos estrellas, mariposas y el cielo limpio pero, hace pocos días, el pulmón del planeta ha sido puesto en riesgo: la Amazonía.

Diga lo que se diga, vamos contra una evidencia: las humanidades, la ciencia y el medio ambiente estarán siempre en la base de un mundo mejor. ¿Por qué? Porque el centro está constituido por la persona, las culturas y la vida. Olvidarlo es “estar fuera de foco”. ¿Lo está usted?