"El cruel ensañamiento del gobierno socialista del MAS la ha sometido a la carcelería que padece en condiciones tan inhumanas que la han llevado a atentar reiteradamente contra su vida". (Foto: EFE/Stringer)
"El cruel ensañamiento del gobierno socialista del MAS la ha sometido a la carcelería que padece en condiciones tan inhumanas que la han llevado a atentar reiteradamente contra su vida". (Foto: EFE/Stringer)
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J. Eduardo Ponce Vivanco

La intimidad del gobierno de Perú Libre con Evo Morales ha determinado que el primero de los Gabinetes Binacionales con países vecinos se programe con el próximo sábado. El reciente Decreto Supremo 164-2021-PCM que establece los “ejes” de la política oficial en diversos campos enuncia: “Relaciones Exteriores de respeto a la democracia y derechos humanos” mediante una “diplomacia nacional, autónoma, democrática, social y descentralizada”.

Consecuente con esa política, el presidente Castillo debería interesarse por el preocupante estado de salud de la encarcelada expresidenta . La exmandataria boliviana es víctima de la cruel venganza de Morales porque frustró su ¡cuarta! reelección presidencial.

Para legitimar su candidatura, Evo había convocado un amplio referéndum que la rechazó. Su fraude fracasó a pesar de que había cooptado a los otros poderes del Estado para torcer y estirar la Constitución que el propio MAS impuso a los bolivianos. Ignoró también el pronunciamiento vinculante que él mismo solicitó a la OEA, la opinión contraria de la misión electoral de la Unión Europea y la indignación de partidos políticos, movimientos sociales y levantamientos cívicos en Santa Cruz y otras provincias bolivianas, hasta que las Fuerzas Armadas le recomendaron no desafiar la aplastante voluntad popular. Vencido y humillado, optó por exiliarse en México con su eterno vicepresidente (el comunista Álvaro García Linera) y la presidenta socialista del Senado, dejando al país sin la sucesión presidencial prevista en la Constitución.

Esa crítica situación determinó que, como segunda vicepresidenta del Senado, Jeanine Áñez tuviera que asumir el mandato presidencial. Las correcciones de su gobierno fueron exitosas gracias al nivel y honestidad del Gabinete, en el que destacó su canciller, la reconocida internacionalista Karen Longaric. Además de restablecer gobernabilidad y progreso, el breve período de Áñez significó un importante realineamiento geopolítico y diplomático en la región: el Grupo de Lima se fortaleció con la decidida participación de Bolivia, el Socialismo del Siglo XXI y el castro-chavismo se debilitaron, garantizó la política de libre mercado, y convocó elecciones. Entregó el poder al presidente socialista Luis Arce, cuya campaña política fue mañosamente orquestada por Evo Morales desde la Argentina peronista que lo protegía.

Poco después, persiguieron y encarcelaron a Jeanine Áñez. Sin previa notificación, la fiscalía la acusó por sedición, terrorismo y conspiración (en marzo del 2021). El cruel ensañamiento del gobierno socialista del MAS la ha sometido a la carcelería que padece en condiciones tan inhumanas que la han llevado a atentar reiteradamente contra su vida. Su delicado estado de salud ha motivado la visita de la ONU y otras reacciones internacionales.

La expresidenta es una esforzada política provinciana. Oriunda de un pequeño pueblo del departamento del Beni e hija de maestros rurales, se hizo abogada, periodista de TV, política y parlamentaria, antes de acceder a la Presidencia de Bolivia –sin buscarlo–. Su situación es en extremo preocupante y merece la compasión de un mandatario que, como el presidente Pedro Castillo, dice defender los derechos humanos y la democracia.

La amistad que cultiva con los gobernantes bolivianos le abre la puerta a Castillo para interesarse en el caso de la expresidenta Áñez y evitar un desenlace trágico para nuestros vecinos y funesto para la región.

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