Foto: GEC
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Sandeep Jauhar

¿Cuál es el deber de tratar en una pandemia, en la que los trabajadores de la salud se infectan y hay escasez de equipos de protección personal? La pregunta podría descartarse fácilmente. Los trabajadores de la salud tienen el deber de cuidar a los enfermos.

Las sociedades médicas en general han apoyado este punto de vista idealista. El manual de ética del Colegio Americano de Médicos establece que “el imperativo ético para que los médicos brinden atención” anula “el riesgo para el médico tratante, incluso durante las epidemias”.

Sin embargo, este argumento parece minimizar el dilema que enfrentan mis colegas al tratar de equilibrar sus obligaciones como profesionales con sus deberes como esposos, esposas, padres e hijos. El riesgo para la salud personal es lo suficientemente alarmante, pero el riesgo de infectar a nuestras familias es inaceptable para algunos.

Las limitaciones en los deberes profesionales no son nada nuevo. Los bomberos tienen el deber de rescatar a las personas de un edificio en llamas, pero no cuando está al borde del colapso y no sin el equipo adecuado. ¿Se pueden aplicar consideraciones similares a los trabajadores de la salud?

El deber de tratar durante una epidemia es una idea moderna. Durante la mayor parte de la historia humana, los médicos a menudo se escaparon ante un contagio generalizado. Durante la peste antonina de 165 a 180 d. C., nada menos que Galeno, uno de los médicos más famosos de la historia, huyó de Roma. Tal comportamiento fue tan común que en 1382 Venecia aprobó una ley que prohibía a los médicos escapar en tiempos de peste. La práctica continuó, sin embargo.

En 1986, el Colegio Americano de Médicos y la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América emitieron una declaración de que los trabajadores de la salud deben brindar atención a sus pacientes, “incluso a riesgo de contraer la enfermedad de un paciente”. Aun así, los trabajadores de la salud abandonaron a los pacientes durante una epidemia del ébola en la República Democrática del Congo, en 1995.

A juzgar por la historia, los médicos podrían rebelarse durante esta pandemia si persiste la escasez de máscaras faciales y otra protección. Esto, por supuesto, sería un desastre. Sin un cumplimiento de las obligaciones profesionales, el sistema de atención de salud podría desmoronarse.

No creo que suceda. Creo que los trabajadores de la salud continuarán haciendo los sacrificios necesarios para tratar a los pacientes. Pero, sería un error para las personas asumir que nuestras obligaciones profesionales son incondicionales.

El orden social se basa en la reciprocidad. Imponer cargas descomunales a un grupo sin el sacrificio de otros es injusto. Los trabajadores de la salud podemos ser héroes en esta pandemia, pero no seremos mártires.

–Glosado y editado–

© The New York Times

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