Esta columna contiene spoilers de la sexta temporada de la serie “Better Call Saul”.
El universo de “Breaking Bad” cerró con un prolijo final. Su cocreador Peter Gould dijo que la última temporada de “Better Call Saul” iba a cambiar para siempre cómo vemos “Breaking Bad”. Ahí veíamos a Saul solo como un abogado astuto y gracioso, pero ahora sabemos lo trágica que es su historia. Saul Goodman es una máscara para ocultar el dolor de Jimmy McGill.
Me atrevo a clasificar esta serie en el mismo nivel de “Breaking Bad”, así como la transformación de sus protagonistas en cuanto al acto de “break bad” o de “volverse malo”. En ambas series vemos al hombre –Walter White y Jimmy McGill, respectivamente– sucumbir a su lado más oscuro al no tener nada que perder: Walter porque se estaba muriendo y Jimmy porque perdió a todos los que amaba.
La exesposa de Jimmy, Kim, siente remordimiento. A diferencia de él, se entrega. Aunque tarde, afronta las consecuencias de sus actos. Recordemos que fue su idea sabotear a Howard. Mientras que Jimmy, en sus identidades de Saul y Gene, huye de las consecuencias –lo sabemos desde que contactó al vendedor de aspiradoras para que lo desaparezca al final de “Breaking Bad”–. Los guionistas ya nos mostraban esta ética de los personajes en la quinta temporada, cuando ambos tiraban botellas de cerveza desde su balcón a la calle, Kim fue la única que limpió los vidrios la mañana siguiente, mientras que Jimmy le decía que no lo haga, que alguien más se encargaría de limpiar.
Con su nueva identidad de Gene, su pasado era lo único que le traía color a su monótona vida, tanto así que los comerciales que veía repetidamente de sus épocas como Saul eran lo único que estaba a color en estas escenas en blanco y negro. Habiendo asumido que es una mala persona, Gene se desenvuelve como un ladrón desesperado por adrenalina y codicia, llegando al punto de no sentir culpa de robarle a un hombre con cáncer. Su época como Gene es lo más bajo que Jimmy pudo caer. Toda oportunidad de crecer fue o desperdiciada o arranchada de él.
Volviendo a Kim, su vida en Florida con un aburrido trabajo y novio y haciendo un rompecabezas en blanco fue sumamente trágica de presenciar. Pero el destino más doloroso fue probablemente el de Howard, probablemente el único personaje de la serie que nunca hizo nada ilegal, quien muere y termina enterrado en la misma fosa que Lalo, el personaje más malvado de la serie –una forma en la que los guionistas nos recuerdan que todos terminamos en el mismo lugar, buenos o malos–. Nadie se escapa de la muerte.
A algunos les sorprendió la confesión de Jimmy en el último episodio, que alargó su condena de 7 a 86 años. Pero, ¿para qué hubiera querido él salir de prisión después de siete años? ¿Para de nuevo vivir solo? Es más, yendo a prisión puede mirar a Kim a los ojos y saber que ha hecho lo correcto. Sacrificó su vida en libertad por el perdón de Kim. “Solo necesito un jurado”, dijo él. Kim era ese jurado. ¿Y qué haría con una máquina de tiempo, la pregunta que tanto le hacía a los demás? Con su confesión, podemos concluir que no involucraría a Kim en sus actos criminales.
Además, comparado a la deprimente y monótona vida trabajando en un Cinnabon que llevaba siendo Gene, la cárcel será casi un paraíso para Jimmy. No dudo de que estará intercambiando consejo legal por cigarros o por helado de menta con chocochips. Digo casi, porque en su paraíso Kim estaría con él.
“Me llamo McGill, Jimmy McGill”, le dijo a la jueza. Emotivo momento. Mató a Saul Goodman al confesarse y así renació Jimmy. Lo hizo por Kim. Estoy convencida de que, dentro de todo, “Better Call Saul” es una historia de amor, y una que no solo los fans de “Breaking Bad” deberían ver.