El mensaje de Bernie Sanders ha resonado en el electorado latino, particularmente en los votantes jóvenes. Tanto en Iowa como en Nuevo Hampshire ganó en grande entre los latinos, y se prevé que haga lo mismo hoy en Nevada. Pero la gran pregunta es si ese apoyo se transferirá a una elección general.
Los jóvenes latinos que Sanders está reuniendo no han sido votantes confiables. Aunque los latinos lo favorecen en todo el país, los informes de su éxito no han tenido en cuenta a los votantes que le temen al socialismo.
Sanders, consciente de que tal etiqueta podría perjudicar sus posibilidades, desvió las conversaciones sobre su socialismo, alegando que son solo esfuerzos para desdibujarlo.
Si bien puede albergar inquietud sobre la etiqueta, sus acciones han dicho lo contrario. En el verano de 1985, el alcalde viajó a la capital de Nicaragua, Managua, para conmemorar el sexto aniversario de la revolución sandinista. Mientras estuvo allí, elogió a los sandinistas por luchar por los derechos de las mujeres y la justicia económica. En un discurso de 1986 en la Universidad de Vermont afirmó estar “muy emocionado cuando Fidel Castro hizo la revolución en Cuba”, porque parecía “correcto y apropiado que los pobres se alzaran contra los ricos feos”.
Más recientemente, criticó el golpe de Estado liderado por Estados Unidos contra el socialista chileno Salvador Allende, que instaló al dictador de derecha Augusto Pinochet en 1973. También dijo que apoya el socialismo de los países en Escandinavia.
Para los partidarios de Sanders, las declaraciones y asociaciones anteriores no son cosas que deban ocultarse a la vista. Durante mucho tiempo han criticado las intervenciones militares de EE.UU. en América Latina y han admirado los esfuerzos para redistribuir la riqueza y la propiedad, y construir programas educativos y de atención médica universales financiados por el Estado. Es lo que les gustaría que sucediera en Estados Unidos. Pero el espectro del socialismo y el comunismo en América Latina perseguirá a Sanders en un enfrentamiento con Trump.
Al igual que otros republicanos anteriores a él, Trump no ha distinguido entre las diversas marcas de socialismo. Está apostando a que los votantes latinos tampoco verán los matices, y puede que tenga razón.
En su discurso sobre el Estado de la Unión este mes, Trump dio la bienvenida al presidente “verdadero y legítimo” de Venezuela, Juan Guaidó, y dijo que su administración ha apoyado las “esperanzas de los cubanos, nicaragüenses y venezolanos de restaurar la democracia” en sus países. Estos no eran más que llamados para los latinos en el estado de campo de batalla de Florida.
Sanders podría defenderse de estos ataques. Como potencial candidato demócrata en una elección general, tendrá que persuadir a los votantes de origen cubano, venezolano y nicaragüense que huyeron de los regímenes socialistas. Para ellos, será inconcebible apoyar a un candidato que ha elogiado a personas como el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, a Castro y Allende.
La apuesta de la campaña de Sanders ha sido que puede transformar el electorado y reunir suficientes votantes nuevos o no tradicionales para derrotar al presidente Trump. O que puede atraer a los votantes que apoyaron a Barack Obama, y luego abandonaron a Hillary Clinton. Pero si no aborda los elogios pasados para la izquierda latinoamericana y lo que el socialismo significa para él de frente, los votantes pueden no estar dispuestos a respaldar a un candidato que ha apoyado a líderes que han desarraigado a sus familias y desgarrado sus países.
Para reclutar a estos votantes, Sanders tendrá que enfrentar el problema directamente, tal vez con un discurso sobre socialismo como el que Obama pronunció en el 2008 en la carrera. Idealmente, una competencia entre Sanders y Trump conduciría a un debate más matizado sobre las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, y su influencia en la política latina en el país.
En 1986, un artículo en “The Guardian” predijo que Sanders “estará presente en el futuro previsible, recordando a Vermont y a cualquier otra persona que esté dispuesta a escuchar que hay más formas de dirigir una democracia que la de Reagan”. Sanders tendrá que persuadir a los latinos de que hay más formas de dirigir una democracia. Algo que él ha defendido durante toda su carrera. Puede que muchos latinos aún no estén dispuestos a escuchar, pero tal vez lo hagan los suficientes.
–Glosado y editado–
© The New York Times