Las posturas que adopten los candidatos presidenciales en Estados Unidos no solo influirán en las vidas de miles de peruanos, sino que también podría redefinir las relaciones bilaterales entre ambos países.
En la última década, la migración de profesionales peruanos al extranjero ha crecido de manera significativa. Al igual que en otros países de América Latina, este éxodo ha sido impulsado por la búsqueda de mejores condiciones laborales y la inestabilidad económica, y se ha convertido en una tendencia difícil de revertir.
Según datos recientes del Banco Mundial, se estima que 1,4 millones de nacionales residen en países miembros de la OCDE, siendo Estados Unidos, España, Italia y Canadá los destinos más frecuentes. En los últimos cinco años, aproximadamente el 10% de la fuerza laboral cualificada ha emigrado a Estados Unidos, impactando en sectores clave como tecnología, salud y educación superior.
El talento peruano ha sido un motor clave en el emprendimiento en Estados Unidos, fundando empresas y generando empleo, contribuyendo con cerca de US$2 billones al PBI anual, según el Instituto de Política Migratoria. Además, más de 8.000 ingenieros y científicos han impulsado avances en innovación y tecnología, mientras que más de 3.000 médicos desempeñan un rol vital en el sistema de salud estadounidense.
Aunque la emigración de profesionales altamente capacitados puede percibirse como una fuga de cerebros, los beneficios a largo plazo son significativos. Las remesas enviadas por estos migrantes, que superan los US$3.500 millones anuales, inyectan recursos vitales a las economías locales. Además, muchos de estos profesionales participan en programas de colaboración con universidades e instituciones, facilitando el retorno de conocimientos y tecnologías esenciales para el desarrollo del país.
Sin embargo, el balance de las políticas para incentivar el retorno de la migración cualificada es negativo. El gobierno de Dina Boluarte ha mantenido una postura ambigua: aunque reconoce el valor de las remesas y la diáspora, no ha implementado acciones efectivas para retener o recuperar el talento perdido.
Si bien existen iniciativas como las del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) y el Programa Nacional de Innovación para la Competitividad y Productividad (PNICP), su alcance limitado y la falta de incentivos económicos han dificultado el retorno de profesionales. Estas políticas no están alineadas con las oportunidades del mercado laboral, lo que deja a numerosa mano de obra con pocas razones para regresar.
Mientras en el Perú el tema de la migración cualificada pasa desapercibido, en Estados Unidos ha tomado relevancia como un tema central en la campaña electoral. Ambos candidatos principales han expresado su intención de mantener e incluso expandir las visas EB1 y EB2, enfocadas en atraer a individuos con habilidades excepcionales o grados avanzados.
Kamala Harris ha adoptado una postura inclusiva y proactiva respecto de la migración cualificada. Además de defender la atracción y retención de talento altamente capacitado, Harris ha propuesto modernizar el sistema de visas, con un enfoque particular en las EB1 y EB2. Durante su campaña, ha subrayado la necesidad de garantizar que Estados Unidos siga siendo un imán para el talento global, proponiendo la eliminación de límites anuales basados en la nacionalidad, lo que podría beneficiar significativamente a los profesionales peruanos y otros migrantes de América Latina.
Por su parte, Donald Trump, conocido por su enfoque restrictivo hacia la migración latinoamericana, ha mantenido una postura más matizada al respecto. Si bien ha insistido en endurecer las políticas migratorias, incluyendo las visas H-1B, ha expresado su disposición a mantener e incluso expandir las visas EB1 y EB2. Durante su administración, Trump también promovió la Proclamation on Enhancing Entry of Certain Foreign Nationals, que, aunque limitaba algunas formas de inmigración, subrayaba la importancia de atraer talento excepcional para impulsar la competitividad de Estados Unidos en sectores estratégicos.
A propósito de la carrera por la Casa Blanca, y más allá del impacto positivo que generan las remesas, es fundamental reconocer que la diáspora peruana tiene el potencial de desempeñar un rol crucial en el desarrollo económico y social de la nación. En lugar de considerar la migración cualificada como una simple fuga de cerebros, es necesario reconocerla como una oportunidad para construir un puente que conecte el talento global con el progreso y la modernización del Perú.