En pocas semanas elegiremos democráticamente al presidente que gobernará el país durante los próximos cinco años. Es importante distinguir entre todos los candidatos a un líder competente y con valores, que sea capaz de mantener la estabilidad que necesitamos para seguir creciendo y progresando, que es el deseo de todos los peruanos.
En los últimos 25 años, el Perú ha registrado un crecimiento económico sostenido en un marco de estabilidad jurídica y macroeconómica, y ha superado a muchas de las economías emergentes de la región. Eso, precisamente, es lo que el próximo mandatario debe conservar.
Como lo han señalado diversos estudios, la minería es el motor de nuestra economía, un actor importante en el crecimiento del país. No en vano dicha actividad representó el 8,3% del PBI nacional en el 2015 y es nuestra principal fuente de generación de divisas, pues constituye cerca del 60% de las exportaciones peruanas.
Actualmente, según el Ministerio de Energía y Minas, existen 51 proyectos mineros que se traducen en una inversión de US$63.114 millones. Recordemos que la minería es la única actividad presente en las zonas más recónditas del Perú, ahí donde normalmente no llegan otras actividades económicas, generando la real descentralización de nuestro país.
Según nuestros cálculos, si se desarrollaran todos los proyectos mineros en cartera, se generarían US$30.000 millones anuales en exportaciones y el PBI aumentaría en más de 22%, es decir, US$44.000 millones en unos pocos años. Además, se crearían 2,4 millones de puestos de trabajo estable y la recaudación fiscal aumentaría en más de S/23.000 millones al año. En adición, el desarrollo minero contribuye generando infraestructura de carreteras, electrificación y comunicaciones que tanto necesitamos.
Un reciente editorial de El Comercio invoca a los candidatos presidenciales a enfrentar el reto de promover la minería. Sin embargo, la mayoría de ellos se ha referido al tema minero de manera escueta y, en algunos casos, ambigua. Si bien comprendemos que su objetivo es atraer votos, es sustancial que mantengan un discurso claro y libre de contradicciones, pues de llegar al gobierno las inversiones que el país necesita podrían verse afectadas.
Por otro lado, y no menos importante, está el tema del agua, que tampoco ha sido abordado como se merece, más todavía cuando despierta preocupaciones entre la población por la supuesta variación en su cantidad y calidad, lo que afectaría a actividades productivas como la agricultura o ganadería. El compromiso de la minería responsable es con el cuidado del medio ambiente y la calidad del agua.
Es evidente que el agua debe ser un tema central en las propuestas de los candidatos y, desde luego, en la agenda del próximo gobierno.
El acceso al agua es un derecho fundamental para el ser humano. Desde la perspectiva del sector minero, estamos convencidos de que para el desarrollo de proyectos de cualquier rubro es imprescindible incorporar al agua como un factor vital. La clave está en construir embalses o reservorios para almacenar el recurso, pues somos conscientes de que nuestro entorno también lo requerirá. La minería puede y debe contribuir a justificar dicha infraestructura. Es importante que nuestros líderes políticos se comprometan a poner en valor nuestros recursos naturales para lograr este objetivo.
Esto es lo que llamamos “sembrar agua”: En las cuencas, el agua se almacena durante la temporada de lluvias para ser utilizada luego en el estiaje. Esta fórmula es fundamental para la relación armoniosa que debe existir entre agricultura y minería a través de proyectos que garanticen la disponibilidad del agua para todos.
Además, se podría evitar la ocurrencia de huaicos y deslizamientos que tanto afectan a las poblaciones de la sierra en esta época del año. No podemos permitir, por ejemplo, que el 85% de aguas de lluvia en Cajamarca se vaya al mar todos los años por falta de infraestructura hídrica.
Cabe resaltar que nuestro país dispone de 2 billones (en castellano) de metros cúbicos de agua anuales. Según la Autoridad Nacional del Agua, ¡del total solo consumimos el 1%! De este monto la agricultura utiliza el 80%, mientras que las poblaciones consumen el 13%. Por su parte, la industria emplea el 6% y ¡la minería solo el 1%!
Como se observa, en el Perú no nos falta agua. Lo que necesitamos es una gestión responsable de los recursos hídricos con una visión integral y sin improvisación. El reto del próximo gobierno estará en lograr este objetivo, que ya es una buena práctica en el sector minero, y que debe ser un tema prioritario para todos los peruanos.
El desarrollo minero de nuestro país puede y debe contribuir al crecimiento económico con descentralización y cuidado del medio ambiente, generando bienestar para todos, pero en especial para los que viven en las zonas altoandinas de nuestra patria.