Hace tiempo vivimos en un entorno de mediocridad. Por ejemplo, solo la mitad de los peruanos tiene acceso a agua potable y cuatro de cada diez niños tienen anemia. Asimismo, en los últimos diez años hemos crecido 2,1%, menos que la última década, en la que crecimos 6,4%. Un ritmo de crecimiento con el que, desgraciadamente, no reducimos el nivel de pobreza.
Otro ejemplo es que seguimos viviendo de las reformas hechas hace décadas. Y hemos dado marcha atrás en las pocas reformas recientes, como la educativa. Además, cada vez la ilegalidad ocupa más espacios sociales. La minería ilegal, por citar un caso, actúa con impunidad. La política, por otro lado, está llena de denunciados por una plétora de delitos.
Si queremos un cambio, tenemos que involucrarnos. En el sector empresarial esto significa más que atender bien a nuestros clientes, cumplir la ley y pagar nuestros impuestos. Con eso no basta para cambiar las cosas.
¿Cómo pueden ayudar los empresarios? Una forma es financiar las organizaciones que buscan mejorar la gestión pública, la institucionalidad o algún otro aspecto de la sociedad. Este tipo de apoyo empresarial, sin embargo, es por lo menos tímido.
En el Perú, existen más de 13.700 grandes empresas con ventas superiores a los S/11 millones anuales. Sin embargo, los ‘think tanks’ que defienden la economía de mercado y la democracia solo tienen a un puñado de ellas como financistas. Por citar tres ejemplos, IPAE tiene 70 asociados, el Instituto Peruano de Economía (IPE) solo tiene 30 empresas aportantes, y el Centro Privado de la Competitividad cuenta únicamente con 15 asociados. A muchas empresas les preocupa que no se defienda más el modelo económico y el Estado de derecho, pero solo una pequeña fracción aporta a las organizaciones que los defienden.
Algo parecido ocurre con el apoyo a las organizaciones dedicadas a otros temas filantrópicos y sociales. Según el Global Philanthropy Report 2018, en el Perú los activos de las fundaciones filantrópicas son el 0,2% del PBI, una cifra muy baja comparada con el 0,9% de Colombia o el 1% de México.
Tampoco hay mayor entusiasmo de los ciudadanos en general en la participación en partidos políticos. La política no se arreglará sola. Si ciudadanos decentes y competentes no participan en los partidos, estos quedarán a merced de quienes no lo son. No obstante, solo el 3% de los electores está afiliado a un partido.
No faltan ideas ni organizaciones que trabajen por el país. Faltan personas y empresas que les dediquen recursos, capacidades y tiempo, así como ciudadanos que se involucren en política. Soy un convencido de que el Perú va a salir adelante y de que esta situación de mediocridad que atravesamos es pasajera.
Al final, “somos libres, seámoslo siempre” es más que un bello deseo. Es una frase que recoge nuestro himno como testimonio de que los peruanos tenemos lo que se necesita para superar las adversidades y lograr la grandeza de nuestro país.