Bjorn Lomborg

De todas las promesas globales de desarrollo que vamos para el 2030, una de las más trágicas y exasperantes es nuestro limitado progreso para acabar con la malnutrición en el mundo, ya que lograr una reducción drástica del hambre está a nuestro alcance.

Medimos la en el llamado retraso del crecimiento, lo que significa que los niños que están crónicamente desnutridos son mucho más pequeños que sus pares de la misma edad.

El mundo rico ha reducido el retraso en el crecimiento a niveles muy bajos y ha conseguido alcanzar los niveles de los países ricos en los últimos 30 años. El retraso en el crecimiento se ha reducido casi a la mitad desde 1990, pero en todo el mundo uno de cada cinco niños sigue padeciéndolo. El Banco Mundial que en el Perú el 11,4% de los niños menores de cinco años sufría retraso en el crecimiento en el 2020.

En todo el mundo, el retraso en el crecimiento disminuye las posibilidades de supervivencia de los niños y 2,7 millones mueren cada año por desnutrición. Los niños con retraso en el crecimiento también se desarrollan peor, son menos productivos y generan menores ingresos a lo largo de toda su vida. En total, los economistas calculan que el costo mundial anual de la malnutrición asciende a US$1 billón.

Este año nos encontramos a la mitad del plazo para alcanzar los , que incluyen promesas sobre nutrición y todo lo demás para el 2030. Sin embargo, estamos lejos de la mitad del camino. Basándonos en las tendencias anteriores al , solo alcanzaremos el objetivo de hambre cero para el año 2116, con 86 años de retraso.

Este fracaso global es lo que ha motivado a mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus Center, a trabajar con algunos de los mejores economistas del mundo para identificar qué promesas deben priorizarse para lograr el mayor impacto.

Una , muestra que uno de los enfoques más inteligentes para abordar la desnutrición es centrarse en las mujeres embarazadas. Por un costo mínimo, se les pueden suministrar micronutrientes que alimentarán mejor al feto en crecimiento y evitarán la malnutrición posterior.

La mayoría de los gobiernos ya sigue las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y proporcionan a las embarazadas suplementos de hierro y ácido fólico para prevenir la anemia en la madre y los defectos del tubo neural en el recién nacido. Esto significa que el cambio a una píldora que incluya más micronutrientes solo requerirá un poco de educación y formación en el sector sanitario y solo añadirá un pequeño costo a las nuevas píldoras que los gobiernos reparten.

Estas nuevas píldoras ya se fabrican en serie y contienen 13 vitaminas y minerales además de hierro y ácido fólico, entre ellos vitaminas A, B1, B2, B6, B12, D y E, además de zinc, cobre, yodo y selenio. Cuestan tan poco que, durante 180 días, el costo adicional para cada madre es de poco más de US$1. Ayudar a 36 millones de mujeres de países de ingresos bajos y medios bajos, proveyéndoles estas píldoras por un año y dándoles formación y educación sanitaria, solo costará US$84 millones en total.

Los suplementos de multi-micronutrientes evitarán aproximadamente el 7% de los casi 700.000 nacimientos de niños muertos, el 21% de todos los nacimientos con bajo peso y el 5% de todos los nacimientos prematuros al año. Evitar el bajo peso al nacer y el parto prematuro significa que los niños tendrán menos probabilidades de sufrir de desnutrición. Significa que 1,6 millones de niños evitarán el retraso en su crecimiento cada año, lo que les permitirá ser más productivos en la edad adulta. Desde el punto de vista económico, su situación mejorará tanto que los beneficios ascenderán a US$3.000 millones en moneda actual. Así, cada dólar gastado producirá un beneficio asombroso que vale 38 veces su costo.

Las pastillas de calcio se suministran separadas de otros micronutrientes, ya que son bastante grandes y se necesitan dos o tres por día, durante las últimas 20 semanas de embarazo. El costo es de US$6 por embarazo o US$216 millones para las 36 millones de mujeres embarazadas que actualmente toman hierro y ácido fólico. Esto reducirá el número de muertes fetales en casi el doble de lo que lo harían los multi-micronutrientes y evitará 1,1 millones más de partos prematuros y nacimientos con bajo peso. Además, el calcio reduce la preeclampsia y la eclampsia, una enfermedad rara pero grave en la que la hipertensión provoca convulsiones durante el embarazo o el parto. Esto significa que el calcio puede prevenir hasta 8.500 muertes maternas cada año. En total, los beneficios de casi US$4.000 millones son 19 veces superiores a los costos.

La administración de suplementos de micronutrientes a las embarazadas es una política fantástica, pero no una bala de plata. Los economistas han identificado otras políticas muy eficaces. Ayudar a los padres de los países de ingresos más bajos a alimentar mejor a sus hijos es costoso, pero también mejora la nutrición de los niños. La inversión puede reportar beneficios 16 veces superiores a los costos. También deberíamos invertir mucho más en investigación para mejorar el rendimiento agrícola. Esto generará más alimentos a un menor costo, reduciendo la desnutrición y aumentando el crecimiento. Cada dólar reportará US$33 de beneficios sociales.

Invertir más en el apoyo nutricional de las mujeres embarazadas resulta ser una de las formas más eficaces de avanzar en el desarrollo sostenible. Le debemos al mundo invertir primero en este tipo de políticas inteligentes.

Bjorn Lomborg es presidente del Copenhagen Consensus Center