Para algunos será tentador ver el lugar de la senadora Kamala Harris en la lista presidencial demócrata como consecuencia de su raza y género, y caracterizarlo como una selección de acción afirmativa. Otros pueden ver este momento como un evento aislado, en vez de verlo como el resultado del arduo trabajo de las candidatas negras, estrategas políticos y votantes que han participado en la construcción del Partido Demócrata.
Ambos puntos de vista serían un error.
Harris es la personificación del creciente poder político de las mujeres negras para hacer demandas dentro del Partido Demócrata y de la sofisticación política para garantizar que esas demandas se cumplan.
En muchas elecciones recientes, las mujeres negras votaron a tasas más altas que cualquier otro grupo demográfico. Más del 90% de las mujeres negras han votado por el candidato demócrata en las últimas tres elecciones presidenciales. En el 2008 y el 2012 tuvieron la tasa de participación más alta entre todos los grupos raciales, étnicos y de género. Ningún otro grupo demográfico importante es tan leal a ninguna de las partes como los negros. Y las mujeres negras se han vuelto cada vez más organizadas y enfocadas en hacer que ese apoyo sea significativo para ellas y su comunidad.
Ese tipo de participación y lealtad no ocurre por casualidad. En gran parte sin ninguna inversión importante del Partido Demócrata, las mujeres negras han trabajado a través de organizaciones de base para registrar a nuevos votantes y motivarlos a votar. El trabajo de grupos como New Georgia Project para transformar el panorama electoral del Sur ha resultado en cientos de miles de nuevos votantes. En Alabama, las mujeres negras y el Black Voters Matter Fund desempeñaron un papel fundamental en la elección de Doug Jones al Senado en el 2017. En todo el país, congresistas negras como Lucy McBath de Georgia, Lauren Underwood de Illinois y Ayanna Pressley de Massachusetts han postulado y obtenido victorias históricas.
Las mujeres negras también han formado organizaciones para apoyar y alentar a más mujeres negras a postular a cargos públicos y maximizar su poder político. Higher Heights for America de Glynda Carr, She The People de Aimee Allison y Power Rising de Leah Daughtry son ejemplos de organizaciones que convocan discusiones con mujeres afroamericanas, empoderan a las que quieren postularse e insisten en que los candidatos respondan preguntas que son importantes para las mujeres negras. Durante las primarias demócratas, casi todos los candidatos se presentaron para discutir sus puntos de vista sobre raza y género en un foro organizado por She The People en abril. Entendieron que su camino hacia la Casa Blanca está pavimentado, no solo por los votos de las mujeres negras, sino también por su trabajo como voluntarias, influyentes en la comunidad y, cada vez más, donantes importantes.
Por supuesto, este momento lleva décadas en gestación. Este mes hace un siglo, las mujeres exigieron y se ganaron el derecho al voto. En ese esfuerzo, a las mujeres afroamericanas a menudo se les pedía que marcharan detrás de las mujeres blancas y participaran en manifestaciones segregadas. La mayoría de las mujeres negras no tuvo acceso a la boleta electoral hasta que se aprobó la Ley de Derechos Electorales 45 años después. Las mujeres afroamericanas entendieron el poder del voto para elegir candidatos que promulgarían políticas que ayudarían u obstaculizaron su búsqueda de la igualdad de derechos.
Y a pesar del impacto interseccional del racismo y el sexismo en las mujeres negras, ellas son las representantes más confiables de la nación por los derechos universales para todos los grupos. Son muy conscientes de que todas las formas de opresión afectan de manera desproporcionada a las mujeres negras; en consecuencia, los movimientos de mujeres negras siempre han sido inclusivos, incluso cuando esa inclusión no fue recíproca.
Así que la selección de Kamala Harris como compañera de fórmula de Joe Biden es más que una decisión individual. No se trata solo de esta mujer negra y su éxito. La selección es una victoria para las mujeres políticas negras que tienen ambiciones más altas, las mujeres negras operativas que quieren tener más voz en cómo se llevan a cabo las campañas y las votantes negras que quieren verse entre los muchos candidatos que el partido presenta en cada elección.
Kamala Harris se apoya en los hombros de gigantes del Partido Demócrata que derribaron barreras: las congresistas Shirley Chisholm y Barbara Jordan y agentes políticos como Donna Brazile y Mignon Moore. Millones de mujeres negras y su labor política han hecho posible este día histórico. La selección de Harris representa un gran paso adelante en el ascenso político de las mujeres negras y no una sola victoria.
–Editado y traducido–
© The New York Times