Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasia Group, advierte en su libro “Superpoder” (2015) al electorado estadounidense sobre la crisis de identidad que atraviesa su país. Propone que la incoherencia estratégica actual refleja la falta de visión de las últimas administraciones, por lo cual Estados Unidos pierde su posición de liderazgo en el mundo. David Rothkof, editor de la revista “Foreign Policy”, comparte esta opinión y propone que China es el único con una estrategia geoeconómica mundial con intereses claros que le han permitido, desde 1978, posicionarse en el orbe. ¿Qué conversación tenemos próximos a las elecciones del 2016?
En CADE 2015, Alejandro Toledo ofreció una fiesta que dure y una economía del conocimiento. Keiko Fujimori propuso un Estado presente y eficiente, una sociedad equitativa y justa con una economía moderna. César Acuña, una sociedad moderna y democrática sin pobreza y una economía competitiva. Alan García, menos del 10% de la población pobre para el 2021. Y PPK, un país dinámico, con crecimiento y justicia. Los cinco venden lo mismo; una economía creciente, competitiva, desburocratizada, con menos pobreza y corrupción, pero con más justicia, seguridad, educación e infraestructura.
Todos mencionaron las palabras ‘visión’ y ‘liderazgo’. Sin embargo, ninguno propuso una visión de largo plazo para el Perú, su lugar en el mundo, en la región y cómo esta visión es una propuesta única para todos. Es difícil entender la coherencia de las propuestas sectoriales de cada candidato, pues no provienen de una visión, la cual produce una estrategia que narra para qué y cómo utilizar al Estado y sector privado para generar el cambio, cómo utilizar los recursos naturales, cuáles son nuestros intereses y cómo usar las alianzas mundiales y regionales para conseguirlos. A partir de esto recién podríamos opinar sobre sus propuestas de ejecución. Robando una palabra de Bremmer sobre Estados Unidos, el Perú hoy es “incoherente”. Queremos obras sin saber qué estamos construyendo.
Por ejemplo, reducir la pobreza es un imperativo moral para cualquier estrategia, pero el Perú cambió, y hoy su clase media formal es mayoría, con expectativas muy grandes. Sin embargo, estamos estructurados para aliviar la pobreza, no para sostener la clase media, la cual se debe proteger ante cualquier riesgo de recaída, principalmente en el contexto mundial.
En el corto plazo, América Latina oscila hacia la derecha, durante un proceso de incertidumbre global y menor producción china. El mundo se ajusta al nuevo nivel de crecimiento y se concentra en el terrorismo mundial y el cambio climático.
En el largo plazo, el orden mundial cambia con países emergentes. Se abrirán espacios y se crearán alianzas. Así, necesitamos candidatos ambiciosos con visión para proyectar nuestro lugar en el mundo, más allá de nuestra cocina, el pisco y Machu Picchu.
Pero primero debemos reconocer el problema que, parafraseando a Bremmer, es de estrategia, no de ejecución. No podemos dejar, como sugiere el profesor Stephen Walt a los candidatos presidenciales estadounidenses, que lo urgente deje de lado lo importante. Para esto necesitamos preguntas más profundas que ¿Conga va o no?, ¿está a favor de la ley Cotillo? o ¿qué piensa acerca de que Luis Favre sea el publicista de Acuña?