La frase que titula esta columna la decía mi padre cuando le proponía una tarea inusual o complicada, o le mencionaba algunos de mis sueños locos, típicos de la dorada juventud. Y me tomó tiempo entender la sabiduría detrás de ese pronunciamiento. La coyuntura de la reconstrucción me ha hecho recordar ese dicho, que depende de cómo se tome al toro por las astas.
Aplaudo la reacción y el comportamiento del gobierno ante la tragedia. El análisis, la estrategia, las intervenciones de urgencia y los pronunciamientos para proseguir me parecen excelentes. Sin duda quedan algunos temas por definir, pero son entendibles.
Un hueco que aún está en el aire y en el que hay menos claridad es cómo aterrizar los proyectos con rapidez y eficiencia. A razón, comparto algunas sugerencias puntuales basadas en mi experiencia de cuando lideraba el grupo de expertos globales en APP del Banco Mundial en situaciones similares, que podrían complementar las diversas iniciativas del gobierno.
Primero. Uso de contratos complementarios con concesionarios existentes, vía ‘cuasiadendas’. Sí, sí, ya escucho reacciones a tal propuesta del tipo “¡sacrilegio!”, “¡anatema!”. Y encima viniendo de mí, que he sido y soy un acérrimo crítico de las adendas oportunistas. Pero algo que me ha enseñado esta vida es que hay que ser pragmático, sobre todo al enfrentar crisis excepcionales como esta. Albert Einstein ya decía que, en situaciones críticas de humanidad y de dignidad de vida, dejemos la elegancia para el sastre. De ahí mi justificación a esta sugerencia: en contextos parecidos se ha desarrollado con éxito.
¿Cómo se hace? Se define un área de influencia geográfica del concesionario existente –más o menos colindante con sus operaciones y jurisdicción–, y por temas vinculados. Por ejemplo, si es una carretera, el área de influencia podría ser caminos rurales, vías de enlace secundarias, puentes, etc. que se hallen próximos al trayecto de la carretera concesionada. Luego se analizan las necesidades y se negocia un contrato complementario (vía adenda) con precios/costos referenciales y una tasa de retorno a la par del contrato original ajustada por riesgos.
En ocasiones, para aumentar la transparencia, se ha usado un panel de expertos para bendecir el contrato complementario –cuya preparación no debería tomar más de tres meses– o se usó la opción de que terceros mejoren la oferta. Los beneficios son una mayor rapidez para solucionar el problema, la captura de ciertas economías de escala que deben reducir costos, y la internalización del mantenimiento y la rehabilitación para reducir la ocurrencia de problemas similares a futuro. También es aplicable en el tema de viviendas y agua y saneamiento, aunque ahí hay que ser más creativo ya que el Perú no tiene concesionarios en viviendas, y prácticamente tampoco en agua y saneamiento.
Segundo. Lograr coherencia y complementariedad entre las diversas modalidades de intervención (obra pública, APP y obras por impuestos). Una vez identificado el problema con focalización geográfica, se debe considerar la intervención integrada de estas tres modalidades (las que tengan sentido) en dicha localidad e implementarlas simultáneamente para capturar las complementariedades y evitar solapamientos. Añadido a ello se debe empoderar a gerentes locales para liderar el proceso –que debe ser bendecido por un comité especializado– a esos niveles.
Tercero. El manejo de cuencas, ríos y defensas ribereñas es más complicado y necesita atención especial. Generalmente se ha hecho a través de obra pública por varias razones, pero la mejor solución huele a un híbrido APP dadas las expectativas sobre la incidencia de huaicos en el futuro. ¿Cómo? Se otorga el proyecto a la APP (con mecanismo de pago acelerado y residual diferido) a empresas con esa especialización (que las hay), pero el concesionario es responsable de monitorear su efectividad e intervenir apropiadamente, siendo compensado con incentivos de pagos vinculados a la efectividad del proyecto.
Cuarto. Establecer bonificaciones en función del tiempo para completar el proyecto, tanto para APP como obra pública.
Quinto. Priorizar las intervenciones en base al impacto y en las zonas donde existe mayor cooperación, transparencia y capacidad institucional.
Sexto. Como estos eventos no suelen tener piernas desaparecen de los medios relativamente rápido (caso del terremoto de Pisco). Por ello, es necesario mantener la presión al gobierno para que los esfuerzos no decaigan y los recursos no se malgasten. Se requiere establecer metas de adelantos referenciales y un proceso de comunicación mensual mostrando los avances.
Todo esto contribuirá a que esta tarea gigantesca no sea ni fácil ni difícil, sino todo lo contrario.