"La existencia de una monarquía es una admisión de que un gobierno no puede, o no le importa, resolver los problemas de la gente". (Foto: Daniel LEAL-OLIVAS / AFP).
"La existencia de una monarquía es una admisión de que un gobierno no puede, o no le importa, resolver los problemas de la gente". (Foto: Daniel LEAL-OLIVAS / AFP).
/ DANIEL LEAL-OLIVAS
Hamilton Nolan

Es posible que haya oído hablar de una entrevista reciente que reveló que la es una guarida tóxica de murmuraciones y racismo. ¿Y quién lo dudaría? No hay nada más fácil de creer que una institución creada para ser la encarnación física del clasismo esté inundada de inhumanidad. Donde la respuesta pública a esta aburrida revelación se ha descarriado es en la convicción generalizada de que debemos mejorar la monarquía. Para nada. No puedes convertir una botella de veneno en una bebida refrescante, sin importar la cantidad de azúcar que le eches.

La existencia de una monarquía es una admisión de que un gobierno no puede, o no le importa, resolver los problemas de la gente. En cambio, ofrece espectáculo. Cualquier nación que todavía tenga una monarquía en 2021 está demostrando tener una mortificante falta de coraje revolucionario.

Estados Unidos es culpable de muchos crímenes contra la humanidad, pero esto es algo que aceptamos. Nuestros presidentes pueden ser vergüenzas nacionales, pero al menos los estadounidenses no están obligados a inclinarse ante algún derrochador rico completamente al azar cuyo reclamo de legitimidad es ser hijo del hijo del hijo de alguien que fue, hace siglos, el mayor gángster de la nación. Sí, tenemos nuestra propia adicción capitalista hipnótica a las celebridades, pero la monarquía es algo mucho más retorcido.

¿Qué es una monarquía sino la más alta veneración de la desigualdad? Un pequeño grupo de personas es prodigado con millones de dólares robadas del público hasta que son adoradas como dioses nacionalistas sentimentales, a cambio solo de cumplir con el deber de “ser agradables en público”.

Más de 60 millones de ciudadanos, muchos de ellos viviendo en la pobreza, reciben instrucciones de celebrar en lugar de odiar este cuadro de excesos. Se les dice que sean felices de que alguien tenga una vida de ensueño y que vivan indirectamente a través de este elenco de telenovelas de la realeza, en lugar de exigir igualdad para todos los demás.

Y ese plan parece estar funcionando: más de cuatro de cada cinco adultos británicos tienen una visión positiva de la reina.

Abolir la monarquía no debería ser demasiado complicado. Primero les quitas sus casas. Entonces les quitas su riqueza. Luego les quitas sus títulos. Todas esas cosas pertenecen propiamente al público.

La buena noticia para la familia real es que la economía parece estar recuperándose. No debería ser demasiado difícil para ellos encontrar trabajo, incluso considerando su falta de experiencia práctica. Qué maravillosa oportunidad para ellos de ganarse la vida honestamente, por primera vez en sus vidas.

–Glosado y editado–

© The New York Times