Francisco y Kirill, por Carlos Novoa S.
Francisco y Kirill, por Carlos Novoa S.
Carlos Novoa Shuña

El reciente encuentro en La Habana entre el papa Francisco y el patriarca ruso Kirill (Cirilo) marca un punto de inflexión en la historia del cristianismo de Occidente y de Oriente.

Casi mil años después de que se abriera una grieta entre los cristianos, la buena voluntad de los líderes actuales y la coyuntura internacional posibilitaron que se inicie el camino que cierre el desencuentro histórico. 

El cisma del cristianismo ocurrió en el año 1054, cuando el Papa de Roma y el patriarca de Constantinopla (actual Estambul) se excomulgaron mutuamente. Pero esa división se había gestado desde años antes, pues las iglesias de Occidente y Oriente ya estaban de hecho separadas hacía siglos, sobre todo culturalmente.

Estas diferencias culturales hicieron que se profundizaran las divisiones teológicas y doctrinarias, con conceptos como el purgatorio o la llamada “controversia trinitaria”, según un análisis publicado en la BBC.

Para la Iglesia Católica, no cabe la menor duda de que el Papa es la máxima autoridad con su sede en el Vaticano. La Iglesia Ortodoxa se divide en patriarcados: uno con base en Constantinopla (Estambul) con apenas 10.000 fieles y otro en Rusia con 120 millones de fieles.

Esa división cristiana se ponía de manifiesto simbólicamente en Jerusalén, sobre todo en los lugares sagrados, como la iglesia del Santo Sepulcro o la iglesia de la Natividad en Belén, donde tanto los católicos franciscanos como los ortodoxos montan guardias estrictas ante el peregrinaje de miles de fieles y turistas que llegan a conocer y rezar en dichos lugares. 

Los constantes cambios en el mundo hicieron que los actores fueran de un lado u otro. Por ejemplo, con la caída del Muro de Berlín, la relación entre cristianos y ortodoxos se deterioró más todavía, porque en Rusia los ortodoxos se acercaron más al poder de Moscú. 

La Iglesia Ortodoxa rusa siempre estuvo vinculada con el poder, ya fuera con el emperador, el zar o el secretario general del Partido Comunista durante la era soviética y hoy con el presidente Vladimir Putin.

No obstante, la globalización y los avances tecnológicos de los últimos años han permitido que las diferencias culturales o políticas (y hasta religiosas) se vean de otra manera. Las posturas se acercan o se dividen según las dinámicas geopolíticas. Para el caso del cristianismo de Oriente y Occidente, primero se dieron una serie de gestos que posibilitaron el encuentro en la capital cubana.

Precisamente, una de las condiciones del patriarca ruso era que la cita no se realizara en Europa y qué mejor que La Habana, que estaba en la ruta latinoamericana del Papa. Además, fue una brillante oportunidad para la propaganda de Raúl Castro, quien ya anunció que a mediano plazo cederá el poder. 

Lo concreto es que estas dos iglesias representan a más de 1.330 millones de cristianos en el mundo. Hoy ven con preocupación el incremento de la violencia y la persecución perpetrada por el radicalismo islamista contra los católicos y los ortodoxos en el Medio Oriente y en el norte de África. 

La amenaza del islamismo de ISIS ha provocado que tanto el papa Francisco como el patriarca Kirill depusieran actitudes ideológicas y buscaran una solución práctica para frenar el peligro que acecha a los cristianos en estas zonas de altísimo riesgo.