"En conclusión, el régimen de Maduro no tiene intención alguna de irse". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"En conclusión, el régimen de Maduro no tiene intención alguna de irse". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Roberto Heimovits

Víctima del cáncer, Hugo Chávez falleció en marzo del 2013 y fue sucedido por , quien es elegido para el período 2013-19 por estrecho margen y de manera dudosa. Para mala suerte de Maduro, en el 2014 los precios del crudo se desmoronan a menos de la mitad y asoman todas las debilidades del modelo bolivariano, basado en subsidios masivos y controles de precios generalizados. El PBI cae 3,9% en el 2014, 6,2% en el 2015 y un brutal 18,0% en el 2016, año en que la inflación llegó a 274%. La escasez de alimentos y medicinas golpea a millones de venezolanos.

El 30 de julio algunos millones de venezolanos (solo 2,5, según la oposición) participaron en una elección convocada por Maduro para elegir una Asamblea Constituyente de 545 miembros. Él quiere que esta tenga poder para redactar una Constitución que sustituya a la redactada por el propio Chávez en 1999, aumente aun más el poder del régimen y pueda anular cualquier ley dada por el Parlamento elegido en diciembre del 2015 y controlado por la oposición.

Violentas protestas el día 30 dejaron 10 muertos. El Gobierno de EE.UU. reaccionó imponiendo sanciones contra Maduro y otros 13 jerarcas del régimen. Catorce países y la Unión Europea declararon que no reconocen a la Constituyente, y la oposición ha convocado una protesta masiva para el viernes 4.

¿Cabría pensar en una solución pacífica a esta crisis, mediante negociaciones entre la oposición y el Gobierno? Esto es poco probable por tres razones: primero, Maduro y su círculo tienen en promedio ingresos muy superiores a los que tenían antes de subir al poder, y no tienen ningún interés en perderlos. Segundo, algunos de los principales jerarcas del régimen temen que si pierden el poder, serán perseguidos judicialmente por cargos que van desde la corrupción hasta el narcotráfico. Tercero, el ejercicio del poder puede ser muy atractivo.

En conclusión, el régimen de Maduro no tiene intención alguna de irse. Por eso, cualquier iniciativa de mediación con la oposición que acepte lo más probable es que sea solo para dividir a la oposición y ganar tiempo.

Eso toca a la diplomacia peruana, que ha convocado a una reunión de cancilleres de la región para el 8 de agosto. Es natural la preocupación humanitaria por la situación cada vez peor del país hermano. Aun así, sería mejor que el Perú no tomara iniciativas si solo van a facilitar las maniobras de distracción de Maduro.

¿Qué puede pasar en los siguientes meses? Lo único que podría mejorar la situación económica es un gran aumento en el precio del crudo. Esto es muy improbable dado el sustancial incremento en la producción de petróleo de pizarra en los últimos años.

Así, la economía seguirá cuesta abajo. El FMI proyectó en abril que este 2017 el PBI caerá por cuarto año consecutivo, en 7,4%, y la inflación superará 1.100%. Las RIN cayeron a unos US$10 mil millones en julio. Peor aun, dada la incapacidad administrativa del régimen, no se puede descartar que la grave carestía de alimentos se transforme en una hambruna. Esta caída adicional en el nivel de vida irá acompañada por una creciente represión y violencia callejera. La conclusión –lamentable– es que la situación de los venezolanos va a empeorar más, antes de que comience a mejorar.

En 1998 Venezuela, cansada de 40 años de un sistema que, aunque democrático, generaba corrupción y poco crecimiento económico a pesar de la enorme riqueza petrolera, eligió a Hugo Chávez y su “socialismo del siglo XXI”. El resultado ha sido menos crecimiento y más corrupción, sumados a la pérdida de la democracia.