¿Trabajar desde casa o la gran resignación? Como quiera llamarlo, la actitud de muchos estadounidenses hacia el trabajo parece haber cambiado durante la pandemia y, en términos generales, no para mejor. Este nuevo enfoque amenaza con causar daños duraderos al crecimiento económico y la prosperidad.
Hasta que apareció el COVID-19, la mayoría de los estadounidenses empleados tenía días de trabajo que seguían un patrón de décadas: despertarse, ducharse, desayunar, viajar, pasar al menos ocho horas en una oficina o una fábrica, viajar a casa y tal vez disfrutar de una copa de vino o una cerveza. Enjuague y repita, de lunes a viernes.
Los días fueron diferentes durante el apogeo del COVID-19, particularmente para los trabajadores de oficina. No había necesidad de preocuparse por el vestuario, ni de la pérdida de tiempo en el transporte, ni de los jefes presentes, ni –al menos para algunos– de un calendario de reuniones concurrido.
A medida que se relajaron los confinamientos, muchos estadounidenses comenzaron a reevaluar su relación con el trabajo. Según una encuesta reciente de Gallup, la proporción de estadounidenses “activamente comprometidos” en el trabajo ha estado disminuyendo desde el 2020.
Los trabajadores mayores en particular decidieron no regresar a sus trabajos, un fenómeno que se conoció como la gran resignación. Si las tasas de participación se hubieran mantenido constantes, alrededor de dos millones de estadounidenses más estarían en la fuerza laboral hoy. Mientras tanto, el número de estadounidenses que trabajan a tiempo parcial por razones no económicas ha aumentado hasta cerca del pico de enero del 2020. Y todo eso a pesar de la disponibilidad de casi dos empleos de tiempo completo por cada estadounidense desempleado.
Muchos se han resistido a volver a la oficina, desencadenando un tira y afloja con sus jefes. ¿Por qué las empresas son tan firmes en regresar al lugar de trabajo? Cada alto ejecutivo de las varias docenas con las que he discutido este tema cree que operar desde casa es simplemente menos productivo que estar en la oficina.
Incluso algunas empresas de Silicon Valley que fueron pioneras en adoptar el trabajo remoto están cambiando de idea. Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce, afirma que el personal contratado durante la pandemia era menos productivo que los empleados de larga data y especuló que la falta de una cultura de oficina podría ser una razón.
Pero insistir en un regreso a cinco días en la oficina se vuelve más difícil si los trabajadores tienen la opción de tomar un trabajo en otra empresa con una política más flexible. Como resultado, muchas empresas han aceptado a regañadientes que el futuro implicará tres o cuatro días en la oficina, y nunca los viernes.
En 1900, el trabajador estadounidense promedio a tiempo completo trabajaba durante aproximadamente 2.900 horas por año. Con la industrialización, las horas trabajadas disminuyeron constantemente, lo que llevó al economista John Maynard Keynes a predecir en 1930 una semana laboral de 15 horas “dentro de cien años”.
Ha pasado casi un siglo, pero el año pasado los estadounidenses empleados todavía trabajaban un promedio de 34,6 horas a la semana o 1.800 horas por año.
Admitiré que, aparte de la fuerza laboral reducida, los datos duros sobre el impacto de los nuevos acuerdos de trabajo no son, en el mejor de los casos, concluyentes, ya que las estadísticas siguen distorsionadas por los efectos del COVID-19. Y admitiré que la tecnología, particularmente la videoconferencia, ha hecho que el trabajo remoto sea más factible, particularmente si se estructura con días específicos designados como remotos. Por último, admitiré que parte del tiempo dedicado a los desplazamientos puede considerarse desperdiciado.
Los cambios en los hábitos de trabajo han generado un impulso para una codificación de lo que ya puede ser una realidad: una semana laboral de cuatro días. Se ha introducido legislación para tal efecto en California, Maryland y otros estados. Los defensores argumentan que, con un día extra de descanso, los trabajadores diligentes pueden lograr tanto como hacían en cinco días. Quizás. Pero pónganme como escéptico sobre eso y gran parte de la noción de que, cuando se trata de trabajo, menos puede ser más.
–Glosado, editado y traducido–
© The New York Times