El ISC y la reducción de daños, por Geoffrey Cannock
El ISC y la reducción de daños, por Geoffrey Cannock
Geoffrey Cannock

Las recientes medidas que elevan el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) a los cigarrillos y a un conjunto de combustibles consolidan la política aplicada desde hace algunos años de diseñar el ISC bajo la modalidad de impuesto específico. Con ello, el objetivo es que los consumidores tomen en cuenta los costos generados a ellos mismos y a la sociedad, lo que se conoce como externalidades, y modifiquen su comportamiento. 

El impuesto al tabaco se ha aplicado desde la época colonial, cuando funcionó el Estanco del Tabaco como un monopolio estatal, para obtener renta fiscal y controlar el contrabando de la época. Luego, San Martín lo reemplazó por un derecho a la importación, que con los años devino en un impuesto al valor de venta.

En el caso de cigarrillos, la externalidad es clara por el negativo impacto a la salud  que causa el fumador sobre los que están cercanos a él (los fumadores pasivos). Además, el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y de cáncer que sufren los fumadores tiene implicancias sobre un mayor gasto público en salud.

El impuesto específico, que es una tasa impositiva por unidad de consumo independiente del precio, es más apropiada porque se puede focalizar en lo que genera la externalidad, como la nicotina en este caso. El daño por la composición del tabaco es igual; así sea rubio o negro, o sea  de una marca premium o no. 

Con el ISC específico se paga lo mismo, y si la tasa está bien calculada, todos los productos incorporan la externalidad; a diferencia de cuando se fijaba el ISC en función del valor, esquema bajo el cual los productos de menor valor incorporan en menor grado la externalidad. Finamente, la fiscalización es mucho más sencilla.

El consumo de cigarrillos de origen formal se habría reducido en aproximadamente 8% en los últimos dos años respecto a los niveles que tuvo en el 2010, año en que se introdujo el ISC específico. Pero no se puede atribuir todo el cambio en el consumo al ISC. Ha habido varias medidas para reducirlo que también han contribuido como publicidad, etiquetados, y su uso restringido en espacios públicos. Incluso el precio real de los cigarrillos ha subido en los últimos años, contribuyendo también a una menor demanda.

Ahora, la tasa del ISC se ha subido de 7 a 18 centavos por cigarrillo, un aumento de 157%, lo que se puede interpretar como una política más agresiva para reducir el consumo, en línea con la convención de la Organización Mundial de la Salud sobre control del tabaco. Aunque también refleja una motivación de elevar la recaudación. 
Cuando se fijó la tasa de 7 centavos por cigarrillo en el 2010, esta fue más alta que su equivalente en función al valor. Sin embargo, la recaudación habría disminuido significativamente al 2015. En línea con ello, por ejemplo, el Ministerio de Economía y Finanzas considera expresamente en sus políticas que los cambios al ISC no afecten la recaudación. 

Finalmente, se debe tomar en cuenta que la incidencia del contrabando y piratería en cigarrillos podría atentar contra el éxito de la modificación. Los estimados del contrabando varían entre 10% y 18% de las ventas formales. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la presencia de productos piratas y falsificados es también relativamente alta en esta industria. No se trata de regresar a un Estanco del Tabaco, pero sí de acordar y aplicar protocolos internacionales contra el comercio ilícito de los cigarrillos.