Donald Trump asegura que es tiempo de que Estados Unidos reconozca la soberanía de Israel sobre Altos del Golán. En la imagen, junto a Benjamin Netanyahu el 25 de mayo del 2017. (AFP).
Donald Trump asegura que es tiempo de que Estados Unidos reconozca la soberanía de Israel sobre Altos del Golán. En la imagen, junto a Benjamin Netanyahu el 25 de mayo del 2017. (AFP).
Carlos Novoa Shuña

le ha lanzado un poderoso salvavidas al primer ministro israelí, , de cara a las próximas elecciones del 9 de abril, que deben marcar el rumbo de para los próximos años.

Cuestionado por denuncias de corrupción y abuso de poder, y acusando el desgaste propio de diez años en el gobierno, el ya histórico líder derechista ‘Bibi’ Netanyahu da batalla a sus opositores y busca, dentro y fuera de su país, la ayuda necesaria para quedarse por cuatro años más en el gobierno.

El apoyo de Estados Unidos es muy importante para la sociedad israelí, más aun ahora que Donald Trump marca una línea diametralmente opuesta a la que tenía el ex presidente Barack Obama respecto al problema palestino-israelí y a las relaciones con el mundo islámico. No era un secreto la animadversión que Obama y Netanyahu se tenían.

Pero Trump ahora le propina un certero y durísimo golpe al mundo árabe al atreverse a reconocer oficialmente la soberanía de Israel sobre los , territorio sirio que Israel conquistó tras la Guerra de los Seis Días en 1967.

Israel nació en 1948 tras un acuerdo de las Naciones Unidas, luego del sufrimiento del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial que provocó el asesinato de más de seis millones de judíos a manos de los nazis.

Así se sucedieron una serie de guerras entre los árabes e israelíes. La primera en 1948 y la segunda en junio de 1967 durante seis días en los que las fuerzas israelíes sorprendieron por aire, mar y tierra a una coalición árabe integrada por el Líbano, Siria, Egipto, Jordania e Iraq.

Luego de este sorprendente triunfo militar, Israel se anexó los Altos del Golán (Siria), el casco antiguo de Jerusalén y Cisjordania (Jordania), así como la franja de Gaza y la península del Sinaí (Egipto).

Para Netanyahu, un país no puede reclamar lo que perdió en una guerra, más aun si esta fue una agresión como la que supuestamente cometió Siria contra Israel. Además, según el primer ministro israelí, en el Golán siempre estuvieron los judíos.

Reconocer la soberanía israelí sobre los Altos del Golán supone una modificación radical en las decisiones de no reconocer cambios territoriales alcanzados por la fuerza.

La resolución 497 de las Naciones Unidas, ratificada en el 2008, confirmaba que los Altos del Golán eran un territorio sirio y no israelí, y que las leyes, la jurisdicción y la administración israelí en los territorios ocupados no tienen efecto legal.

Sin embargo, para el presidente estadounidense, las decisiones de las Naciones Unidas no tienen importancia si es que no están del lado de los intereses de su país y, en esa línea, Netanyahu tampoco. Por lo que la anexión definitiva del Golán pasa a convertirse en una decisión unilateral.

En los últimos diez años, los votantes israelíes han preferido elegir y mantener a Netanyahu debido a su férrea posición con respecto a hacer concesiones con los palestinos, por ejemplo, debido a la radicalización del conflicto en el Medio Oriente.

Con el incremento del movimiento yihadista a nivel internacional, la incursión del Estado Islámico en Medio Oriente y Europa, y el siempre peligro latente de un atentado cometido por Al Qaeda, el conflicto palestino-israelí se ha visto minimizado y encapsulado a un aspecto casi doméstico.

Tal vez este sea uno de los principales triunfos de Netanyahu que la población israelí destaca, porque ya no tiene a la comunidad internacional con los ojos puestos en el problema de los palestinos de Gaza y Cisjordania.

Trump, a su vez, encuentra en Netanyahu un interlocutor válido y un aliado incondicional en una región que ha sido tradicionalmente hostil a los Estados Unidos. Que Netanyahu siga en el poder es crucial. Por eso el apoyo de la administración Trump, aunque ello signifique aplastar acuerdos que perjudiquen al mundo islámico. Recordemos, por ejemplo, que antes desarticuló el tratado nuclear que Obama firmó con Irán. Y poco después decretó que Washington trasladara su embajada a Jerusalén, en contra de lo acordado a nivel internacional.