Carlos Novoa Shuña

Como hace cincuenta años en la guerra del Yom Kipur, Israel vuelve a ser sorprendido en un día festivo por un ataque, esta vez de Hamas, por aire, mar y tierra, con incursiones dentro de su territorio y, acaso lo peor de todo, con el secuestro de civiles israelíes, hoy cautivos en la franja de Gaza.

No es un secreto que el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamas, ataque constantemente a Israel y busque por todos los medios posibles derrotar y expulsar a los israelíes de su territorio, en el que pretende instalar un Estado panislámico.

Pero lo que sí ha sorprendido es el éxito con el que Hamas logró burlar las siempre rigurosas medidas de seguridad israelíes, al punto de incursionar en el sur del país, secuestrando civiles estupefactos por encontrarse cara a cara con los miembros de esta organización.

En 1973, Israel fue sorprendido por un ataque de cinco países árabes –Egipto, Siria, Jordania, Líbano e Iraq– que movilizaron a sus Fuerzas Armadas en el día feriado del Yom Kipur (la ofensiva se dio entre el 6 y 25 de octubre de aquel año), causando graves pérdidas.

Hoy el enemigo ha sido otro, pero recordemos que los palestinos están divididos. Por un lado, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), considerada gobierno oficial y que tiene sede en Cisjordania. Y, por el otro lado, Hamas, grupo también palestino, pero disidente de la ANP que gobierna en la franja de Gaza.

Cisjordania y la franja de Gaza no tienen conexión directa. En medio de los dos, está el sur del territorio israelí. Además, la ANP y Hamas están enfrascados en un conflicto interno de lucha por el poder. De hecho, Hamas expulsó violentamente a la ANP en el 2007 y se hizo del control absoluto de Gaza.

Desde que controla la franja de Gaza, Hamas constantemente ha lanzado cohetes hacia territorio israelí. En los últimos años, las Fuerzas Armadas israelíes lograron frenar esos ataques con un sistema de defensa aérea denominado Cúpula de Hierro, con el que inmoviliza la ofensiva.

Los ataques del sábado, día del sabbat, y en el fin de la fiesta del Sucot, desbordaron toda capacidad preventiva israelí porque se lanzaron más de 3.000 cohetes, de mayor alcance que los anteriores, al tiempo que las fuerzas de Hamas ingresaban a kibutz en el sur israelí, algo impensable 24 horas antes.

No es posible entender el ataque de Hamas sin considerar ayuda externa. La franja de Gaza es una zona que limita con Egipto por el sur y con Israel por el resto de su territorio, incluido el mar Mediterráneo. De manera que es una frontera hermética y militarizada, una zona de alto riesgo para los israelíes.

Hamas ha recibido constante ayuda económica y militar de la República Islámica de Irán, potencia regional del Medio Oriente que es uno de los principales enemigos de Israel. A través de túneles ocultos que van de Egipto a Gaza se ha logrado infiltrar armamento moderno que ha utilizado el movimiento islámico para su sorpresivo ataque contra Israel.

Hamas controla como puede la franja de Gaza. El apoyo popular que tuvo desde su fundación en 1987 se explica porque tejió una red de ayuda social y atención a los ciudadanos palestinos olvidados por el gobierno oficial de la Autoridad Nacional Palestina.

Tras lo ocurrido al amanecer del sábado en territorio judío, el Gobierno de Israel prometió vengar la afrenta y, de esa forma, se iniciaron los ataques israelíes contra posiciones en la franja de Gaza.

La idea de un acuerdo de paz entre palestinos e israelíes es una utopía en este momento, pero lo que sí se va trabajar diplomáticamente es un cese del fuego que, por ahora, va a depender de las consecuencias de los ataques. Lo primero es que Israel sepa cuántos secuestrados de su país tiene Hamas.

Para los radicales palestinos, la muerte de civiles es parte de una estrategia de sacrificio que busca visibilizar este conflicto que siempre ha estado allí, pero que al menos en la prensa internacional era invisible. Para Israel, lo más importante, ahora con un gobierno de ultraderecha dirigido por Benjamin Netanyahu, es imprescindible dar un golpe certero para castigar a Hamas a como dé lugar.

Carlos Novoa Shuña es analista internacional