La otra mano (morada), por Javier Albán

Primero, estuvieron los –casi– insalvables errores de TpP. Pese a que, por entrevistas, se sabía que Guzmán postularía desde al menos abril del 2015, recién en octubre de dicho año se celebró una asamblea en la que se aprobaron modificaciones al estatuto de TpP y se designó al nuevo Tribunal Nacional Electoral (TNE) que realizaría sus elecciones internas. Lo único que pide la ley si se hacen esos cambios es que luego sean inscritos ante el Registro de Organizaciones Políticas (ROP) del JNE. Podríamos opinar que tal requisito resulta burocrático, pero era lo que decía la ley.

Según el calendario electoral 2015-2016, los partidos podían organizar elecciones internas entre el 13 de octubre y el 21 de diciembre. TpP realizó las suyas el 20 de diciembre, con base en su nuevo estatuto. ¿Cuándo solicitó al ROP la inscripción del nuevo estatuto? Dos días antes, el 18. ¿Y cuándo solicitó la inscripción de su nuevo TNE? Un día después, el 21. Así, cuando el partido intentó inscribir la candidatura de Guzmán el 11 de enero –el día en el que vencía el plazo–, aún no se había resuelto el primer procedimiento ante el ROP. El 28 de enero, el ROP rechazó los cambios al estatuto, tras detectar una serie de irregularidades en la asamblea de octubre en la que se aprobaron. El 15 de febrero, el pleno del JNE confirmó la decisión del ROP y, el 24, la misma instancia ratificó su decisión al rechazar un recurso extraordinario.

Guzmán había acudido a pedir una visa sin llevar su pasaporte. Allí parte de lo frustrante, incluso para los que pensamos que lo formal no debería primar sobre un derecho como el de la participación política. Desde mi punto de vista, la única forma de admitir la candidatura de Guzmán sin desacatar la ley era que el JNE aplicase un control difuso; es decir, una resolución explícita y motivada en la que priorice el derecho de Guzmán por encima de los errores formales. Un argumento para seguir este camino era que el 20 de enero, TpP había realizado otra asamblea (esta vez bien convocada) en la que ratificó todos sus actos previos. Pero ese no fue el camino que escogió el JNE, y aquí viene la otra parte de lo frustrante, sobre todo para Guzmán.

El 24 de febrero, luego de que el pleno del JNE confirmara la decisión del ROP de rechazar los cambios antes aludidos, pero inexplicablemente antes de que se publique el recurso extraordinario, el Jurado Electoral Especial (JEE) que veía en primera instancia el caso de la inscripción de candidatura de Guzmán decidió admitirla a trámite. No aplicó precisamente el control difuso, pero sí interpretó que el acta del 20 de enero solucionaba cualquier problema. Se creó entonces la expectativa legítima de que la candidatura sería admitida. Pero cuando el JNE resolvió el recurso extraordinario rechazando el nuevo estatuto (lo que no debió sorprendernos, pues había resuelto antes una apelación en ese mismo sentido), la interpretación del JEE quedó sin piso. Por eso, dicho organismo resolvió luego excluir a Guzmán a través de una tacha.

El ahora líder del Partido Morado hace bien en denunciar una irregularidad si piensa o sabe que esta se dio. La acusación es seria y amerita investigarse a fondo. Pero aun si tiene la razón, no dejaría de ser cierto que los errores de TpP también facilitaron el desenlace que todos conocemos.