“La luz del sol es el mejor de los desinfectantes”, escribió el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos Louis Brandeis refiriéndose a la necesidad de mayor transparencia como antídoto frente a la corrupción. ¿Es posible desinfectar el sistema de administración de justicia? Estoy convencido de que sí. Solo requerimos “luz”, como diría Brandeis. Con ello, el mercado hará el resto del trabajo.
Si requerimos un taxi contamos con un app que nos brinda información sobre la calidad del servicio del posible conductor según la experiencia que, con el mismo conductor, tuvieron miles de consumidores, que lo han rankeado con una calificación que va de una a cinco estrellas. Igualmente, si planeamos viajar y buscamos un hotel, disponemos de otro app para encontrar el mejor hotel posible según un ránking que registra las experiencias de millones de consumidores.
En cambio, cuando buscamos el servicio de administración de justicia pues, por ejemplo, plantearemos una demanda de daños y perjuicios por incumplimiento de contrato, no disponemos de información sobre el récord de servicio del juez respectivo. Simplemente cerramos los ojos (nos tapamos la nariz) y caemos ante el juez que el sistema determine.
¿Acaso confiamos en los jueces al punto de no querer saber sobre su trayectoria? De ninguna manera. El sistema está infectado por la corrupción y la ineficiencia, pero simplemente no hay opción. El Estado tiene el monopolio de la justicia y los ciudadanos estamos sometidos.
Así como la calidad de la información es fundamental para que los mercados de bienes y servicios funcionen en beneficio del consumidor, la información sobre la trayectoria de los jueces es esencial para que la justicia funcione en beneficio de los ciudadanos. La justicia es un servicio, y nosotros sus consumidores.
Soy un convencido que mayor y mejor información sobre la trayectoria específica de cada juez mejoraría la calidad del servicio (a pesar de que no exista competencia). Bastaría una ley que disponga que un juez será promocionado o, en su caso, pasado al retiro, considerando cómo quedó calificado en su ránking de servicio. ¿Imaginan qué pasaría con los jueces si tuviéramos la posibilidad de calificar sus servicios cada vez que termina un proceso?
En la era digital es posible, a bajo costo, tener información sobre el servicio de administración de justicia disponible. Imaginen una aplicación (llamémosla Justice Advisor) que permita que cada persona que vive la experiencia de un juicio pueda calificar luego con entre una y cinco estrellas el servicio recibido. Para dicha calificación se consideraría, por ejemplo, el tiempo que duró el proceso, el manejo de la audiencia de pruebas o de informes orales, el trato recibido, así como la calidad de la decisión. Como con Uber, o Trip Advisor, la aplicación es muy simple. Termina el juicio o arbitraje, ingreso a la aplicación y marco entre una o cinco estrellas calificando a la autoridad que decidió.
Los jueces cambiarían su conducta radicalmente en beneficio de los ciudadanos, pues cada ciudadano tendría el poder de calificar el servicio que recibe. Habría ‘accountability’ y por ello estudiarían la evidencia del caso; se mantendrían despiertos y atentos durante las audiencias; estarían sinceramente interesados en entender la posición y evidencia de cada parte; se cuidarían de escribir muy claro y preciso cada decisión que emiten; y las sustentarían con cuidado.
Si realmente se busca acabar con los corruptos, parafraseando al juez Brandeis, la luz del sol es el desinfectante que necesitamos.