El nuevo discurso “albertista” de Keiko Fujimori ha surtido efecto en solo semanas. Así, la candidata de Fuerza Popular (FP) ahora pelea con otros presidenciables por el segundo lugar en las encuestas de intención de voto y, sin duda, el regreso a la antigua fórmula fujimorista marca esta etapa. Pero, ¿qué fue lo que la hizo volver hacia sus orígenes?
En esta columna, lo llamaré ‘el factor HV’ (Herz de Vega). La ausencia de Ana Herz de Vega, más conocida como “La Nana” (por su rol protector), le habría abierto las puertas a Keiko Fujimori para reconectarse con su padre.
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La reconciliación con la figura de ‘El Chino’ supone un capital político innegable. Más allá de considerar la profunda reflexión a la que su paso por la prisión parece haberla conducido –como ha reconocido en sus últimas entrevistas–, Keiko Fujimori tiene que haber tomado conciencia de lo que entraña esta decisión a nivel político y del incremento de sus posibilidades de éxito en la carrera hacia la segunda vuelta electoral, sobre todo después del caótico final en el 2019 del Congreso que FP lideró con mayoría absoluta.
Sus seguidores más fieles creen a ciegas que, tras tocar fondo, Keiko Fujimori “ha visto la luz” en cuanto a su relación con su familia y su tránsito por la política peruana. Lo cierto, sin embargo, es que el factor HV no debe pasar inadvertido. Hablamos de la persona que acompañó a Keiko Fujimori durante más de dos décadas con un espíritu silencioso, pero dominante. Aquella voluntaria de la Fundación Cardioinfantil a quien conoció cuando era una joven primera dama y con quien dio sus primeros pasos políticos hasta convertirse en su inseparable consejera. Se ha llegado a decir que todas las decisiones pasaban por ella. Pero hoy, Keiko Fujimori no puede ni hablar con Ana Herz de Vega.
Keiko está sin HV. Por mandato judicial, ambas están impedidas de acercarse la una a la otra, pues son coprocesadas en la investigación que el Ministerio Público les sigue por presunto lavado de activos. En su momento, la ‘desfujimorización’ de Keiko fue promovida principalmente por HV. Junto a Jaime Yoshiyama y, luego, Pier Figari, en cada intento político por alcanzar la presidencia la consigna fue alejar a la ahora tres veces candidata de la imagen de su padre, de sus “errores” y de su equipo político. Se habló, así, de ‘keikistas’ y de ‘albertistas’. Y, en el extremo de la división familiar, hasta de ‘kenyistas’. Unir esas partes, con HV en el medio, parecía imposible.
Una de las anécdotas que mejor grafica el rechazo a Alberto Fujimori es la que cuenta cómo Herz de Vega reaccionaba cuando en alguna actividad proselitista de Keiko se escuchaba “el baile del Chino”. De un brinco, pedía que lo apagaran, como si la atacase una súbita urticaria. Hoy, esto ha desaparecido. Por lo menos para esta campaña. Veremos cómo resulta.
Mientras tanto, la vieja guardia fujimorista explica que una ‘fuerza divina’ ha alejado a HV de Keiko, que “un milagro ha facilitado las cosas”. Así, de pronto, los anteriormente vetados, Alejandro Aguinaga, Marta Moyano y Carmen Lozada de Gamboa, vuelven a la carga al lado de Keiko Fujimori para conseguir un escaño en el próximo Congreso, dando señales inequívocas de un regreso que se ha sellado con una prueba irrefutable de amor: la tan esperada declaración de Keiko a favor del indulto para su padre. Esta, qué duda cabe, es la firma de una reconciliación. Un perdón, como lo ha llamado la candidata, que podría traerle muchos beneficios políticos. Después de todo, por lo menos en el 2021, Keiko vuelve a ser Fujimori.
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