A raíz del estreno de “Transformers, el despertar de las bestias”, filmada parcialmente en nuestro país, se ha generado cierta algarabía sobre la posibilidad de que vengan más producciones internacionales a filmarse aquí. La realidad es que eso no pasará. Algo de repercusión positiva tendrá en el sector turismo mostrar a Machu Picchu en las pantallas de todo el mundo, pero no en nuestra industria cinematográfica. Mientras continúen faltando incentivos, seguiremos en desventaja frente a otros países de la región, que resultan más atractivos para las productoras de afuera.
En Colombia, por ejemplo, una ley establece beneficios fiscales para las empresas extranjeras que vayan a filmar allá. Los productores extranjeros que van a Colombia reciben como contraprestación el 40% de sus gastos en servicios fílmicos colombianos, el 20% de sus gastos de hotelería, comida y transportes y otros beneficios como devolución de gastos administrativos, por los que responde el Fondo Fílmico de Colombia (FFC). A cambio de ello, el Estado Colombiano promueve el desarrollo y la profesionalización de su industria cinematográfica creando puestos de trabajo y mejorando el nivel de los productores y técnicos de ese país, lo que revierte en el desarrollo y mejora del propio cine y televisión colombianos, que ya están entre los más competitivos en lengua hispana.
Algo similar ocurre en la República Dominicana gracias, otra vez, a una excelente ley de cine. El año pasado filmaron allí actores de la talla de Jennifer Lopez, Brad Pitt, Sandra Bullock, Mark Wahlberg, entre otros. Vin Diesel está construyendo allá sus propios estudios de cine. Y el impacto trasciende a áreas como el turismo, la promoción del país y servicios como hotelería, transportes y gastronomía. Cada dólar que los estados colombiano o dominicano dejan de recibir como incentivo a la inversión de productoras extranjeras regresa a las arcas del país multiplicado por cinco.
En nuestro país, es bueno que Prom-Perú haya creado el departamento “Filming in Peru” para tener presencia en ferias internacionales donde se promocionan los lugares atractivos que tenemos, pero no es suficiente. La ley de cine peruano debe incentivar la inversión extranjera y la de las empresas peruanas en cine local.
Durante un tiempo, junto con el entonces presidente de la Comisión de Cultura del Congreso, Francesco Petrozzi, dimos la batalla por la ley del cine peruano, una que permitiera –en el mismo espíritu que la dominicana y la colombiana– que el 10% que pagan las empresas como impuesto a la renta pudiera destinarse a la producción audiovisual en general.
Conversé con el entonces ministro de Economía, Carlos Oliva. Aunque lo habitual es que los titulares de Economía sean contrarios a los incentivos tributarios, Oliva entendió el caso de República Dominicana y el potencial que tendría una ley así en nuestra economía e industria cinematográfica y se comprometió a apoyarla una vez que el Congreso la aprobara.
Poco después, el 8 de mayo del 2019, el Congreso aprobó en primera votación una ley de cine que iba en ese sentido y convertía al Ministerio de Cultura en el administrador de los recursos para financiar proyectos cinematográficos bien fundamentados. Pero la segunda y definitiva votación se frustró por razones que desconozco y la ley quedó en el limbo.
Un tiempo después, cuando Petrozzi era ministro de Cultura, consiguió la posibilidad de que el entonces presidente Martín Vizcarra aprobara la ley vía decreto de urgencia. Pero Oliva ya no estaba en Economía, sino María Antonieta Alva, quien, con poca visión, le puso un tremendo candado: solo podrían acceder a los recursos de las empresas privadas las asociaciones sin fines de lucro. Es decir, mató la ley antes de que naciera. La prueba de ello es que en los tres años que estuvo vigente como decreto de urgencia, no se presentó ni un solo proyecto.
Los otros aspectos de la ley siguieron, pero resultan claramente insuficientes. Con esta, nuestra industria no crecerá ni tampoco pondremos al Perú en el mapa de los países atractivos para filmar. Las buenas intenciones de Prom-Perú deben ir de la mano de incentivos que realmente conviertan a nuestro país en un destino ideal para las producciones internacionales y permitan que el talento local (actores y técnicos) pueda codearse con los profesionales de Hollywood y otros lugares donde se hace cine de primer nivel.
Restituir la ley que se aprobó en primera votación y quedó en el limbo haría una gran diferencia para que sigan viniendo más producciones de la envergadura de “Transformers”, algo que terminaría redundando en que se hagan más y mejores películas peruanas.