"Es urgente reforzar la masificación del consumo domiciliario de gas natural para reemplazar al GLP, a fin de reducir el impacto de las subidas intempestivas del precio de este combustible" (Foto: Andina).
"Es urgente reforzar la masificación del consumo domiciliario de gas natural para reemplazar al GLP, a fin de reducir el impacto de las subidas intempestivas del precio de este combustible" (Foto: Andina).
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Arturo  Vásquez Cordano

La crisis global en los mercados energéticos ha generado que el precio del aumente a más de US$100 por barril. Ello ha impulsado un aumento de los precios de los combustibles más utilizados en nuestro país: GLP, gasolina y diésel.

Las medidas recientemente dictadas por el Gobierno para mitigar este aumento, como la reducción temporal del ISC y la incorporación del GLP a granel y gasolinas al “Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles” (FEPC), constituyen políticas de emergencia de corto plazo que buscan calmar las protestas sociales. Estas medidas son subsidios no focalizados que, de mantenerse por mucho tiempo, podrían provocar una brecha fiscal que afectaría la estabilidad macroeconómica del país a largo plazo.

Un riesgo de incluir en el FEPC a más carburantes es que esta medida no asegurará que se beneficie a los consumidores: la reducción se la pueden apropiar los integrantes de la cadena comercial mayorista y minorista, trasladando solo una parte al consumidor final. Las autoridades deben monitorear que el traslado de estos subsidios temporales hacia los consumidores sea efectivo.

Otro problema es que el FEPC genera un subsidio ciego, pues no está focalizado en quienes más lo necesitan.

Esta vulnerabilidad del país a los vaivenes del precio internacional del petróleo ha venido traduciéndose en crisis sociales que están provocando daños a la economía. Por ello, se necesita urgentemente focalizar nuestra política energética hacia la promoción del consumo del combustible que tenemos en abundancia: el de Camisea.

El precio del gas natural está regulado por el contrato de licencia del Lote 88. Además, los costos de transporte y distribución del gas se encuentran regulados por Osinergmin, por lo que este tiene un precio predecible y barato. Por lo tanto, es imperativo relanzar la política de masificación del gas natural a escala nacional, promoviendo la conversión masiva del parque automotor al gas natural vehicular (GNV) para reducir nuestra dependencia del petróleo importado. Asimismo, es urgente reforzar la masificación del consumo domiciliario de gas natural para reemplazar al GLP, a fin de reducir el impacto de las subidas intempestivas del precio de este combustible.

También resulta importante relanzar los proyectos de masificación de gas natural para el desarrollo de redes de distribución en las principales ciudades del país a través de mecanismos de promoción de la inversión como las asociaciones público-privadas. Además, se requiere reactivar la inversión en exploración gasífera para incrementar las reservas que tenemos disponibles que, a la fecha, brindan una seguridad de abastecimiento a las tasas de consumo actual para los próximos 30 años.

Si no apostamos como país por el uso masivo del gas natural, volveremos a ver en nuestra historia más crisis asociadas a las subidas de los precios de los combustibles, como la actual, en los próximos años.