"En su caso, la fortuna hizo que Reniec olvidara apelar en el plazo previsto por la primera instancia y la decisión quedó firme" (Foto: Féminas Perú).
"En su caso, la fortuna hizo que Reniec olvidara apelar en el plazo previsto por la primera instancia y la decisión quedó firme" (Foto: Féminas Perú).
Carlos J. Zelada

El 28 de setiembre del 2021 es una fecha que no se borrará de la memoria de Dania Calderón. No es para menos. Dania es la primera mujer trans que obtiene de un DNI que reconoce plenamente su identidad sin haber tenido que pasar por una cirugía genital.

En el Perú, en contracorriente con los países vecinos, las deben iniciar procesos judiciales para ejercer su derecho a la identidad. Diversas investigaciones han evidenciado la discriminación sistemática que sufren en el ámbito judicial: son las únicas personas a quienes se les exige acreditar quiénes son. Los primeros procesos que iniciaron las personas trans en el país tomaban un promedio de siete años para obtener una sentencia, casi siempre denegatoria o, si era favorable, a costa de someterse a peritajes psiquiátricos, terapias hormonales y cirugías. De allí la trascendencia de lo logrado por Dania; o, mejor dicho, de su ‘trans-cendencia’.

Dania ya había conseguido una sentencia que rectificaba su nombre, pero todavía faltaba que el Estado la reconociera como mujer. Para esto, tuvo que iniciar un nuevo juicio. En ambos procesos, Dania tuvo el soporte de sus compañeras de Féminas Perú, una maravillosa organización de mujeres trans. Un juez lúcido decidió a su favor tomando en cuenta lo que el derecho internacional viene repitiendo hasta el hartazgo desde hace algunos años: que no es posible condicionar la identidad al bisturí. Por supuesto, cada quien es libre de acudir a un cirujano si así lo decide. Si lo piensa bien, es como si alguien le dijera que, para ser sujeto de derechos, usted debe someterse a una esterilización forzada.

La historia de Dania tiene un detalle que vale la pena comentar. En este tipo de procesos, siempre que una persona trans gana, Reniec apela sin distinguir si la decisión concuerda con las obligaciones internacionales que el Perú ha asumido. Simplemente apela por deporte. Alguna vez, un procurador de Reniec me confesó que temía ser sancionado si no cuestionaba estas decisiones: sabía que no tenía razón, pero prefería apelar para que nadie piense que no cumple con su trabajo de “defender al Estado”.

Pero Reniec también se ha obstinado en defender una posición contraria al derecho. En el 2017, la Corte Interamericana de Derechos Humanos estableció que los Estados deben implementar procedimientos administrativos gratuitos, rápidos y sin nada más que la mera declaración para reconocer la identidad de las personas trans. Nada de esto se cumple en el Perú: la vía es judicial, cuesta mucho dinero, demora demasiado y está plagada de absurdos requisitos. Equivocadamente, Reniec dice que no puede cambiar este panorama sin una ley del Congreso o una orden judicial. Entre tanto, las pocas personas trans que se atreven a desafiar al Estado ante un tribunal siguen esperando una sentencia favorable.

Y así pasó con Dania. En su caso, la fortuna hizo que Reniec olvidara apelar en el plazo previsto por la primera instancia y la decisión quedó firme. La reacción de Reniec no se ha hecho esperar. Esta semana, su procurador ha emplazado a varios magistrados de la Corte Superior de Arequipa que vienen reconociendo el nombre de las personas trans en sintonía con los estándares internacionales. Un lamentable retroceso que seguro Reniec enmendará pronto, pues, desde hace algunos años, la entidad venía cumpliendo su promesa de no intervenir en los procesos que no involucrasen el reconocimiento del sexo.

Entre tanto, si usted de verdad cree en la libertad de cada uno para ser, celebre la ‘trans-cendencia’ de Dania y haga votos conmigo para que este episodio judicial fortuito sea el inicio de un camino en el que Reniec deje por fin de inmiscuirse en la vida privada de los demás.