Víctor Jáuregui

Vivimos conectados. Navegar por dejó de ser una actividad que realizamos algunas horas a través de un computador para convertirse en un estado permanente que nos permite estudiar, trabajar, generar negocios, transferir dinero y relacionarnos con otros seres humanos. Todo el tiempo, todo el día.

Internet se ha instalado en nuestros hogares, teléfonos, televisores, equipos domésticos y, por ende, en nuestra rutina diaria. Según los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) del INEI, al cierre del 2022, el 81,6% de los peruanos que usan Internet lo hacen para obtener información y el 93,2% señaló que lo emplea para comunicarse. La penetración de Internet sigue creciendo; sin embargo, en muchas regiones del país, acceder a una conexión estable con velocidad simétrica y a través de varios dispositivos en un mismo hogar es una necesidad latente y un sueño lejano.

La expansión de la a través de todo el territorio nacional permitiría que los peruanos disfrutemos de una vida digital óptima con acceso a servicios de teleeducación, telemedicina, banca digital e, inclusive, la posibilidad de democratizar las instituciones del Estado.

Pensemos primero en la revolución de la educación a distancia. Con Internet, estudiantes y profesores de todo el mundo pueden trabajar en conjunto para crear y compartir conocimientos. La fibra óptica generaría un intercambio valioso de información y cultura entre niños y adolescentes desde Tumbes hasta Puno y desde Lima hasta Iquitos.

Esta comunión digital sin fronteras puede beneficiarnos en todos los ámbitos. Una de las consecuencias de Internet es que dinamiza la economía, pues genera que más emprendedores pongan en la vitrina del mundo sus productos y lleguen a más clientes sin importar la distancia geográfica. Ha quedado demostrado que, en regiones donde la tasa de bancarización es muy baja, las herramientas digitales que permiten transferir dinero sin una cuenta de ahorros están cobrando mayor relevancia.

La revolución que desata Internet y su imparable avance genera cambios en la estructura de la sociedad. Hoy, cualquier persona puede comunicarse con solo una aplicación, de manera fácil y gratuita. Es momento de que el Perú se ponga a la vanguardia y facilite la calidad de conexiones que requerimos para obtener el máximo provecho de las TIC.

El presente y el futuro requieren una conexión óptima 24/7, que sea segura y que brinde una velocidad estable, homogénea y que propicie el intercambio de datos e información. La fibra óptica lo permite, pero toca a las autoridades y a la empresa privada trabajar de la mano para seguir expandiendo una oferta mucho más democratizadora que llegue a todos los rincones del país para que los peruanos tengan la Internet que se merecen.


* El autor es vicepresidente comercial de WIN

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Víctor Jáuregui es especialista en telecomunicaciones y transformación digital