A inicios del mes participé en un muy interesante seminario sobre pensiones en América Latina, con la presencia de destacados expertos mundiales, entre ellos tres miembros de la última comisión presidencial chilena encargados de proponer cambios al sistema previsional del país del sur. Al contarles la situación en la que se encontraba la discusión del tema en el Perú surgieron dos comentarios unánimes.
El primer comentario compartido por todos era que la idea de permitir el retiro del 95,5% de los fondos a los 65 años era un error monumental. No hubo una persona entre todos los expertos presentes que justificara este despropósito. En la lista de las posibles malas ideas de reforma previsional esta se llevaba el premio.
El segundo comentario era de extrañeza por la ausencia de un responsable del tema previsional. Dado el diagnóstico de la situación previsional en el Perú y del calibre de propuestas tan inadecuadas puestas a discusión, no entendían cómo nadie era capaz de liderar una discusión desapasionada del tema basada en los hechos y no en apreciaciones parcializadas de uno u otro lado.
No entendían cómo los peruanos podíamos contentarnos con un sistema previsional fragmentado que no cumple con el objetivo fundamental de todo sistema previsional, que es permitir que la mayoría de la población tenga un ingreso cierto luego de cumplir 65 años.
A mi juicio, el diagnóstico de nuestro sistema es claro. Para empezar, tenemos un sistema partido en tres (Pensión 65, ONP y SPP) que dejará sin pensión a la mayoría de personas. Esta manera de organizarnos dejará a un enorme grupo de trabajadores sin una pensión adecuada porque sus ingresos no son tan bajos como para recibir una pensión social (Pensión 65). Pero tampoco logran participar con suficiente frecuencia en empleos formales y, por lo tanto, no cumplen los requisitos para tener derecho a una pensión mínima si estuviesen afiliados al sistema público o tendrían una pensión ínfima dados sus escasos aportes.
Otro gran grupo de personas tienen ingresos altos, pero son trabajadores independientes y optan por no participar en ninguno de los dos sistemas. ¿Tendrán un ingreso cierto luego de los 65 años? Algunos sí, otros no.
Finalmente, una minoría de trabajadores afiliados mayormente al sistema privado que al tener empleos dependientes la mayor parte de su vida laboral podrán jubilarse con pensiones adecuadas. Además, hay un grupo de transición que aún no termina de jubilarse.
Este grupo aportó solo unos años al sistema reformado, no necesariamente obtuvo un bono de reconocimiento y no fue la generación que gozó décadas de remuneraciones al alza sino más bien vivieron los años de crisis económica al comienzo de sus carreras.
Creo que lo mejor que podemos hacer estos meses antes del inicio del nuevo gobierno es ilustrar con detalle, sin apasionamientos y con calidad técnica, cuál es el verdadero diagnóstico de nuestro sistema previsional.
Los recientes informes que motivaron varios de los proyectos de ley que se presentaron en el Congreso están llenos de errores básicos, posturas ideologizadas y profundo desconocimiento. Si mantenemos el sistema como está, es un hecho que millones de peruanos no tendrán pensión al llegar a los 65 años. No puede ser que esto a nadie le importe.