El libro es una ventana que nos permite atisbar otros mundos. Nos abre las puertas a una experiencia intelectual y nos invita al goce de emociones que de otro modo resultarían inalcanzables. Un libro puede llevarnos a vivir otros tiempos e incluso otras vidas. Un libro puede provocar profundos cambios en nuestra percepción de la vida. Es también una herramienta para la educación y, como tal, un instrumento de desarrollo social.
Debido a las grandes convulsiones sociales y económicas que azotaron al país durante los últimos cincuenta años, el Estado no ha atendido adecuadamente las necesidades de acceso a una educación de calidad a la que, según mandato constitucional, tienen derecho los ciudadanos peruanos. Basta decir que el Perú es uno de los pocos países de América Latina que no cuenta con una red de bibliotecas públicas que permita a sus ciudadanos acceder gratuitamente al conocimiento y al goce literario. Por otra parte, es conocido el mal resultado que han obtenido los estudiantes peruanos, respecto a su desempeño en comprensión lectora, en las recientes pruebas PISA, un proceso de evaluación internacional que se realiza cada tres años y que permite conocer hasta qué punto los alumnos que cursan los últimos años de la escuela secundaria han adquirido los conocimientos y habilidades necesarios “para la participación plena en la sociedad del saber”.
En octubre del 2003 se promulgó la Ley 28086, llamada Ley de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura, la cual promueve el desarrollo de la industria editorial nacional con la finalidad de permitir que el libro circule sin barreras impositivas y se convierta en un factor de desarrollo social. Sin embargo, la citada ley estableció un plazo de vigencia para los beneficios tributarios –el meollo de la norma–, los cuales perderán vigencia este año. En efecto, de no renovarse la Ley del Libro –como se le denomina comúnmente– en octubre de este año quedará sin efecto la exoneración del IGV en la venta de los libros y, a finales de este año, quedarán sin efecto los mecanismos de estímulo a la industria editorial nacional previstos en la norma.
Al promulgarse la Ley del Libro, la industria editorial nacional languidecía y parecía aproximarse a su desaparición. Las medidas de estímulo otorgadas por esta ley han dado un formidable resultado y hoy podemos exhibir cifras extraordinariamente favorables al respecto. Pero lo más importante es que la Ley del Libro ha permitido que millones de peruanos tengan acceso a un mayor número de libros, permitiéndoles participar de la experiencia literaria y en procesos de adquisición de conocimientos mediante textos de calidad indudable y obras de interés general, clásicas y contemporáneas. Gracias a esta ley, en nuestro país contamos hoy en día con alrededor de 220.000 referencias o títulos a disposición de los lectores peruanos, cifra que, sin embargo, está aún lejos de los estándares internacionales, y que podría verse seriamente menguada si no se renueva su vigencia.
El acceso al libro y el derecho a la lectura juegan un papel sustancial no solo en la construcción de una conciencia crítica y de un discurso, sino también en la formación de una sociedad que se reconozca a sí misma. No se puede ejercer plenamente la ciudadanía sin un “acceso libre e ilimitado al conocimiento, el pensamiento, la cultura y la información”. Y son las políticas públicas las llamadas a garantizar este derecho de una manera inclusiva y plural.
Es tarea del actual gobierno y del Congreso de la República dar renovada vigencia a la Ley del Libro en el Perú. No hacerlo así dejará sin oportunidades a cientos de miles de jóvenes que cada año se integran a la vida ciudadana con aspiraciones de hacerlo en condiciones de igualdad.