Félix Puémape

Como hace un año, el de coalición encabezado por Keiko Fujimori y César Acuña (entre otros) sigue sin tener nada que ofrecerle al Perú. El mensaje a la nación del 2024 de su vocera, , ha transitado por el camino esperable: una interminable (y majadera) lista de lavandería tratando de congraciarse con grupos específicos a los que siente que debe contentar.

El mensaje leído ayer por la señora Boluarte ha esbozado claramente el sentir de la coalición de gobierno cada vez que quiere “conectar con el pueblo”: dar plata para ganar apoyo. Como ya sabemos, esa estrategia en el Perú de hoy casi nunca sirve. Veamos lo que pasó con la última campaña de la propia socia mayor de la coalición. Keiko Fujimori prometió millones de soles a una serie de grupos, tales como enfermos del COVID-19, comunidades campesinas, mujeres, etcétera. Ninguna de esas promesas sirvió para que ganara. Su porcentaje de votación fue casi el mismo que en el 2016. Lo mismo va a pasar este 2024. Ninguna de las obras anunciadas en favor de las zonas altoandinas, por ejemplo, va a levantar la popularidad de la coalición gobernante en el sur.

La señora Boluarte también ha tratado de congraciarse con el Congreso, agradeciendo permanentemente por una serie de intrascendencias. No parece que tampoco eso le vaya a servir para evitar que los congresistas se deshagan de ella cuando lo crean conveniente. Su efusivo saludo con el polémico presidente del Congreso, Eduardo Salhuana, parece más una bochornosa muestra de lo subordinada que ella misma se siente frente a este poder del Estado. Probablemente sabe que, si los señores Salhuana y Acuña quieren expectorarla, lo van a hacer en el momento menos pensado. La señora Boluarte debió ahorrarse el bochorno.

Mas allá de las formas, durante el mensaje se intentó imprimir un tinte reformista al Gobierno, anunciando medidas para la reactivación de la economía, la inversión en infraestructura y el combate a la delincuencia. No hay que ser adivinos para saber que todas estas medidas no cambiarán nada. El mentado ministerio de infraestructura solo tiene sentido, como ya se ha venido diciendo, si es que se fusionan algunos ministerios y agencias gubernamentales con un encargo similar. Incluso en el supuesto de que esta condición se satisfaga, primero, queda claro que este es un gobierno sin ningún norte ni legitimidad para emprender ninguna reforma sustantiva.

Para tener éxito, las reformas de cualquier tipo necesitan primero encajar dentro de una visión amplia de país, con objetivos claros y a largo plazo, cosa que la coalición de gobierno no tiene. Como sabemos, están más preocupados en blindarse judicialmente, vengarse de sus enemigos y satisfacer a sus benefactores. Y, en segundo lugar, un proceso de reformas necesita apoyo popular o de las élites (al menos) no solo para echarse a andar, sino, sobre todo, para durar en el tiempo. Como es de público conocimiento, la señora Boluarte no tiene ningún tipo de legitimidad en ningún segmento relevante de la sociedad peruana.

La reforma del Estado Peruano es imprescindible, pero el problema no está relacionado con una ausencia de infraestructura (o de inversión o de seguridad) únicamente, sino con, por ejemplo, los sobrecostos, la descentralización fallida, y la falta de capacidad técnica para diseñar políticas creíbles y de largo plazo. Es decir, la verdadera reforma está en repensar el sistema de control, rehacer la descentralización y construir un servicio civil de verdad. La coalición gobernante ha desmantelado estas tres cosas. Por tanto, lo anunciado ayer no tiene, lamentablemente, trascendencia alguna.

Peor aún, más obras y más bonos no los van a hacer más populares. Ya deberían haber aprendido de la elección del 2021.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Félix Puémape es politólogo

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