"No somos el único país que ha vivido períodos de dictaduras. El acontecer del siglo XX está marcado por tiranías en todos los continentes".
"No somos el único país que ha vivido períodos de dictaduras. El acontecer del siglo XX está marcado por tiranías en todos los continentes".
Alberto Quintanilla

La presidenta del Consejo de Ministros, , ha señalado en una columna publicada en este Diario que es hora de . Esta declaración merece, por tanto, que las diferentes fuerzas políticas que vivimos la dictadura de la década de los noventa nos pronunciemos.

Las reconciliaciones en democracia son válidas y necesarias para que las tensiones políticas no hagan ingobernable el país. Ello no debe significar pactos de impunidad con quienes rompieron el orden democrático y violaron los derechos humanos de muchos peruanos.

No somos el único país que ha vivido períodos de dictaduras. El acontecer del siglo XX está marcado por tiranías en todos los continentes. En América Latina en particular, dictadores fueron condenados por tribunales internacionales o los de sus naciones, cumpliendo sus condenas, excepto en el caso de Rafael Videla, quien fue indultado en Argentina por Carlos Menem en 1990.

Videla regresó a prisión 8 años después y la Corte Suprema de Justicia Argentina declaró inconstitucional el indulto recibido. En el 2013 falleció en la cárcel.

Las dictaduras causan pérdidas de vidas humanas, generalmente de ciudadanos que levantan su voz de protesta. En el Perú, ello ocurrió con el líder sindical Pedro Huilca, que –según la fiscalía– fue asesinado por el grupo Colina, comando paramilitar que operó durante la dictadura fujimorista, para acallar su protesta contra el desconocimiento de los derechos laborales o de personas inocentes (como lo fueron los estudiantes de La Cantuta, las víctimas de Barrios Altos o de Pativilca).

A Alberto Fujimori no se le condenó por ser político. Fue condenado por el asesinato de 25 personas (Barrios Altos y La Cantuta), incluyendo a un niño de 8 años. También por el secuestro del periodista Gustavo Gorriti y del empresario Samuel Dyer, por usurpación de funciones, por peculado (reconociendo apropiarse de US$15 millones), por corrupción y por el desvío de fondos de las Fuerzas Armadas y el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) para financiar los diarios chicha que apoyaron su llamada segunda reelección (aunque esta sentencia fue revocada en el 2016 por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, presidida por el magistrado Javier Villa Stein).

La primera ministra pretende que olvidemos estos crímenes y delitos porque “necesitamos reconciliarnos, tomarnos de la mano y caminar adelante hacia el desarrollo”. La frase es equivocada y se enfrenta con sus declaraciones de hace menos de un año, cuando sostuvo: “Hacer un indulto es complicado, el ex presidente Fujimori fue sentenciado por secuestro y otros delitos que tipifican como lesa humanidad”.

La reconciliación no puede, partiendo de falsedades y contradicciones, pretender que las víctimas de la dictadura fujimorista acepten que “hay que comenzar a recuperarnos y a olvidar”, como afirmó la presidenta del Consejo de Ministros en una entrevista en RPP el 29 de diciembre. Ni tampoco querer justificar decisiones que antes no compartía. En la columna publicada apenas una semana después de esa entrevista escribió: “Buscar la reconciliación no significa olvidar”.

Las marchas y contramarchas solo muestran la debilidad del gobierno que representa, la falta de seriedad para hacer política y, definitivamente, su pérdida de credibilidad como característica.

Finalmente, mencionamos líneas arriba que el dictador Videla en Argentina fue indultado por Menem, quien gobernó Argentina entre 1989 y 1999. Este político argentino se caracterizó justamente por realizar las mismas reformas económicas que Alberto Fujimori: plegarse a la receta del “Consenso de Washington”, privatizar empresas estatales, despreciar la actividad e inversión pública considerando que el sector privado lo hace todo mejor, desregularizar el Estado, etc. Las coincidencias con Fujimori, sin embargo, no fueron solo políticas. Años después de ser presidente, en el 2013, Menem fue condenado por contrabando agravado de armas a Croacia y Ecuador y en el 2015 fue condenado a 4 años y seis meses de prisión por el delito de peculado así como inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Coincidencias de la política.