"Desde sus inicios, el Mercosur buscó acuerdos comerciales con todos los países de la región". AFP PHOTO / Juan Mabromata
"Desde sus inicios, el Mercosur buscó acuerdos comerciales con todos los países de la región". AFP PHOTO / Juan Mabromata
/ JUAN MABROMATA
Felipe Solá

Hoy celebramos 30 años de la firma del Tratado de Asunción (1991) que diera origen al Mercado Común del Sur (), proceso de integración que tiene como países signatarios a la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

El Mercosur es un logro histórico que nació en un clima de retorno a la democracia en América Latina y que nos ha permitido avanzar desde una lógica de rivalidad hacia una de cooperación y concertación política regional.

Consideramos al Mercosur como el instrumento de política exterior más relevante de los últimos treinta años, una política de Estado que todos hemos preservado más allá de los cambios de gobierno. En estos 30 años logramos construir consensos fundamentales para la convivencia nacional y regional: el compromiso con la democracia como una condición fundamental para la vida de nuestros pueblos, el respeto por los derechos humanos como un valor esencial e irrenunciable para la convivencia, el reconocimiento de nuestra diversidad y la coordinación de políticas de crecimiento para profundizar la integración de nuestras estructuras productivas.

Puede afirmarse que, en orden a la estructura comercial y a sus realizaciones, el Mercosur ya funciona plenamente como zona de libre comercio, con un arancel externo común, como unión aduanera en permanente proceso de evolución y con un fuerte compromiso de armonizar las legislaciones nacionales en las áreas de interés común.

Logramos avances significativos en el campo de la integración social y ciudadana. Hoy contamos con un importante acervo normativo que beneficia a nuestros ciudadanos en numerosos ámbitos: la cultura, la educación, la ciencia y la tecnología, en materia de mitigación de desastres naturales, asistencia judicial, energía, transporte, migraciones, derechos humanos, género, etc.

Creamos el primer fondo de cooperación solidario con financiamiento propio de los países miembros: el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur, que tiene por objetivo reducir las asimetrías del bloque. Se han destinado más de US$ 1.000 millones en préstamos no reembolsables para proyectos de infraestructura y desarrollo productivo.

Los Estados Asociados al Mercosur (Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Guyana y Surinam) también contribuyeron a ampliar el espacio de integración regional. Su participación en distintas instancias institucionales y la adhesión a diferentes Acuerdos han facilitado el reconocimiento de estudios, la asistencia y cooperación consular, la movilidad ciudadana y la asistencia y protección judicial, etc. Todas medidas en beneficio de los ciudadanos sudamericanos.

Desde sus inicios, el Mercosur buscó acuerdos comerciales con todos los países de la región, lo que permite que hoy día haya construido un área de libre comercio con la mayor parte de los países de América Latina. Asimismo, hemos negociado también acuerdos comerciales con la Unión Europea, la EFTA, Israel, Egipto, India, los países del sur de África, entre otros. Hemos establecido una hoja de ruta con la Alianza del Pacífico para trabajar la convergencia en la diversidad.

Como en todo proceso de integración, no todas las expectativas pudieron ser satisfechas. El mercado ampliado, por sí solo, no fue suficiente para desarrollar políticas conjuntas para el desarrollo de ventajas competitivas y la conformación de cadenas de valor regionales.

Creemos que el verdadero sentido de la integración es la construcción de consensos en la diversidad de intereses. Impulsamos un regionalismo solidario en materia política, económica y social como herramienta para insertarnos en un mundo que se encuentra experimentando una reconfiguración de la estructura del poder global y de la arquitectura internacional que nos han regido en los últimos setenta años.

Frente a estos desafíos e incertidumbres, no tenemos dudas de que la integración de nuestros países seguirá siendo el mejor camino para impulsar nuestro desarrollo, preservar nuestra soberanía y promover el bienestar de nuestros pueblos. Todo poder es débil, a menos que permanezca unido.