La contaminación por mercurio es una realidad que, en mayor o menor grado, afecta a muchos países. Y el Perú no está exento de este problema debido al uso indiscriminado de dicho producto por parte de la minería artesanal, y sobre todo la ilegal, que contamina los lechos de ríos y quebradas. En algunas zonas de Madre de Dios ya se ha denunciado que algunos pobladores tienen restos de mercurio en su sangre y tejidos, lo que es muy grave y obliga a tomar medidas urgentes.
No se trata de ser alarmistas ni de hacerle el juego a aquellos grupos que han hecho del ambientalismo una mascarada para avanzar su radical agenda ideológica y política que ahonda la pobreza, la confrontación y la intolerancia.
Es precisamente para enfrentar a estos grupos que el gobierno y la sociedad civil tienen que retomar la iniciativa, incidiendo sobre todo en políticas de prevención. De allí la importancia de que el Congreso peruano ratifique el Convenio de Minamata, promovido por las Naciones Unidas y en el que han participado delegaciones de muchos países. El objetivo es propiciar soluciones responsables y adecuadas para los graves problemas de salud y medioambientales, procedentes de la producción, uso y disposición del mercurio y sus derivados, que pueden ser altamente tóxicos.
El convenio debe su nombre a la ciudad japonesa de Minamata, que a mediados del siglo pasado sufrió una gravísima contaminación por mercurio, por parte de una empresa, que causó entonces una rara enfermedad neurológica. Ahora, para evitar que se repita esa catástrofe, promueve políticas sostenibles que articulen y canalicen fondos de cooperación internacional (inicialmente de US$141 millones) y fortalezcan los planes nacionales en el sector productivo para reducir las emisiones.
También apunta a fomentar acciones en materia de salud para prevenir, controlar y atender a las poblaciones expuestas a intoxicación por mercurio; y adoptar y posibilitar el desarrollo de tecnologías para la disposición segura de mercurio.
Ya otros países como Uruguay y Nicaragua han ratificado el convenio y en otros como México (que abastece el 100% de las importaciones de mercurio del Perú) es inminente que se hará lo mismo, en vista del serio problema.
Nuestro país ya suscribió el Convenio de Minamata en octubre del 2013, y recientemente mediante el proyecto de ley 4353/2014-PE, del 26 de marzo del 2015, el gobierno remitió al Congreso la documentación relativa para su aprobación por el pleno y su posterior ratificación por el presidente de la República, lo que está pendiente. La oportuna ratificación del convenio nos permitirá asimismo posicionarnos en un rol de liderazgo en la región sobre el problema del mercurio y facilitar la concreción de compromisos regionales.
No hay tiempo que perder. La preocupación ambiental se ha convertido casi en un signo de los tiempos, por lo que debemos actuar con coherencia. Hemos sido anfitriones de una cumbre mundial y recurrentemente el tema está en la agenda nacional como principal causa de los conflictos sociales. Por lo mismo, ratificar el Convenio de Minamata sería una manera efectiva de retomar la iniciativa de modo responsable, antes de que otros lo hagan por nosotros con fines protervos, con enormes perjuicios adicionales al desarrollo económico y la paz social.