Una joven mujer del pueblo Chapra destaca en medio de una asamblea. Su voz es fuerte, su presencia se hace notoria. Es la única mujer que ha asumido la presidencia del gobierno de su pueblo. Heredera de una tradición de autoridad que viene por el lado de los hombres de su familia. El pueblo Chapra está conformado por 22 comunidades entre los ríos Morona y Pastaza en la provincia del Datem del Marañón, en la región Loreto.

¿Cuál es la trayectoria de vida de una que llega a ser líder? Su historia es de película. Olivia, adolescente aún, siguiendo la tradición de su pueblo, es comprometida a unirse con un hombre que su padre había elegido para ella. Se niega a casarse y huye de su comunidad. Termina arribando a Piura, donde consigue trabajo como empleada del hogar y logra culminar sus estudios secundarios. Por primera vez en ese encuentro descubre que la llaman “charapa” y el ‘bullying’ que sufre por serlo. Se convierte en madre, en profesional, pero no puede volver a su pueblo; el exilio es el castigo para su rebeldía. Inicia su trabajo profesional y llega a ser una especialista responsable de coordinar las salidas de una de las embarcaciones de las plataformas itinerantes de la que lidera el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. Ese barco recorrerá el río que la llevará al encuentro con su pueblo. Su regreso es heroico: llega trayendo un barco lleno de servicios a disposición de sus comunidades. Su pueblo la acepta y la asume como autoridad. No es un hombre, pero su pueblo comprende que ella ha recorrido un camino en el que no necesita serlo para demostrar autoridad y poder.

Elaine Shajain es una mujer awajún, acaba de traer a su cuarto hijo al mundo, el bebe tiene 11 días de nacido. Ella despacha en su oficina asumiendo su cargo de presidenta de la Coordinadora de Pueblos Indígenas de la provincia de San Lorenzo, en la región Loreto. Esta provincia está conformada por 10 pueblos indígenas a los que ahora ella debe representar, aunque eso implique llevar en brazos a su recién nacido. Los dirigentes con los que debe coordinar tienen que acostumbrarse al llanto del bebe y a que ella lo alimente en medio de sus reuniones. Elaine es como las mujeres awajún, fuerte y decidida, y su lado cálido se vislumbra cuando alimenta al hijo recién nacido. ¿Cuántas Olivias y Elaines tenemos? Muchas, cientos, pero pocas son conocidas. Están muy lejos, no todas hablan español, no todas terminan la secundaria y muchas siguen la regla de las uniones consensuadas por sus familias.

Un estudio de Conservación Internacional sobre emprendimientos de mujeres indígenas amazónicas realizado en cuatro regiones destaca que el perfil de mujeres emprendedoras indígenas de la Amazonía se resume en: i) mujeres jefas de hogar, ii) separadas y iii) con pequeños emprendimientos basados en sus saberes tradicionales y en el cuidado como artesanías, medicinas naturales, miel de abeja, castañas, entre muchos otros. Sus ingresos van a cubrir sus necesidades primarias en su hogar y la apuesta que tienen es que sus hijos e hijas terminen sus estudios.

En el proyecto Humedales del Datem del Marañón de Profonanpe, tres asociaciones de mujeres provenientes de diversos pueblos buscan generar ingresos usando su sabiduría y sus manos, pero las barreras para lograrlo son inmensas. Las desigualdades de género como factor universal se acentúan por factores como la distancia geográfica, el ser monolingües, la ausencia de entidades financieras, de asistencia técnica gratuita y de incubadoras de negocios que respondan a la diversidad cultural y biológica. La innovación está de moda, pero difícilmente puede llegar a ellas. Hablamos siempre de la importancia que cumplen los hombres y mujeres de pueblos indígenas, pero persiste la idea de que estos no quieren el desarrollo, el mercado informal e ilegal sigue presionando sus hábitats y la demanda por dinero en efectivo es apremiante. ¿Cómo se fortalece la retribución de los servicios ecosistémicos que realizan mujeres como Balbina, quien cuida a las taricayas y, junto a sus 20 socias del pueblo Kandoshi, devuelve a las cochas del río Pastaza cada año cerca de 50 mil taricayas?

Hay muchas tareas urgentes, entre ellas el desarrollo de programas de formación descentralizados, no en las capitales de las regiones donde las mujeres indígenas no llegan, programas de formación con pertinencia intercultural, entre pares, adecuados a sus lenguas, a sus costumbres, lúdicos y de mediano plazo. Talleres de un día o dos no les dejan mucho. De otro lado, que en sus pueblos y comunidades vayan aceptando sus liderazgos es un proceso lento que hay que acompañar más que intervenir desde fuera para cambiarlo.

Invertir en el desarrollo sostenible de la Amazonía es vital, pero se necesita una estrategia para que los esfuerzos y sacrificios que mujeres como Olivia, Elaine o Balbina hacen puedan servir de modelo a cientos de mujeres indígenas, siempre sabias y llenas de historias.


*La autora es directora del Proyecto Humedales del Datem de Profonanpe.

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Patricia Balbuena Palacios es exministra de Cultura