Un “nido de cóndores”, por Víctor Andrés García Belaunde
Un “nido de cóndores”, por Víctor Andrés García Belaunde

Saliendo de Domodossola, al norte de Italia, frontera con Suiza, yace abandonado, en el mismo terreno donde se estrelló en 1910, el monumento al héroe de nuestra aviación civil Jorge Chávez D., llamado Geo Chávez por los lugareños.

En 1965, a casi 11 mil kilómetros de distancia, fue inaugurado, por el presidente Fernando Belaunde, el . En su discurso inaugural, Belaunde lo calificó de “nido de cóndores” y que “sus puertas se abren al visitante con amplitud de alas desplegadas”. 

Curiosamente por complicidad y/o negligencia de diversas autoridades del , del regulador Ositrán y del concesionario LAP, tras 50 años, el “nido de cóndores” está colapsado.

¿Qué hizo Jorge Chávez para merecer tanto maltrato? Desde el 2001, el concesionario del aeropuerto ha invertido en promedio US$22 millones anuales, pero en los últimos cinco años solo US$14 millones. Sin embargo, sus ingresos por tráfico de pasajeros no bajarían de los US$330 millones en el 2015. Es decir, esta empresa invierte entre 4% y 6% de estos ingresos en el Perú, lo cual es ridículo.

No incluimos los ingresos por carga, alquileres y otros servicios que extrañamente no están consignados en los balances de acceso público. Ahora el concesionario dice que invertirá US$1.200 millones en la segunda pista y terminal. Sin embargo, desde hace 16 años que lo viene anunciando y solo ha invertido US$337 millones. ¿Debemos creerle que invertirá la cantidad pregonada en los próximos 6 años, cuando en los últimos 16 solo invirtió la cuarta parte?

Además, ¿podemos creer que entregará la segunda pista en el 2022 a solo ocho años del vencimiento de su concesión o su interés es postergarla para negociar otros 30 años de nuevo contrato?

Francia recibe 84 millones de turistas por año; España, 65 millones; México, 30 millones; República Dominicana, 5 millones. ¿Y el Perú? Solo 3 millones.

El aeropuerto de Atlanta, Estados Unidos, tiene un tráfico de 96 millones de pasajeros por año. Sao Paulo, 40 millones. Benito Juárez, México, 34 millones. El Jorge Chávez, con 18 millones, no aparece entre los primeros 70. 

Hoy, uno de cada seis pasajeros que transitan por el Jorge Chávez se queda en el Perú. En México, uno de cada uno que pasa por el Benito Juárez se queda allí. Nuestro aeropuerto se ha convertido en sala de espera de turistas que otros países reciben. En Lima, a un avión le toma 44 minutos despegar. El vuelo Lima-Trujillo demora 42 minutos.

La postergación eterna en la construcción de la segunda pista y terminal del Jorge Chávez nos impide recibir cada año 3 millones más de turistas, lo que representa unos US$25 mil millones perdidos desde el 2004, cuando debió estar finalizada la segunda pista. Históricamente, esta sería la obra pública que más ha tardado en construirse en el Perú.

Las pistas de Collique, irresponsablemente vendidas; de Las Palmas, que sigue vedada para la aviación comercial; y de Pisco, aún sin funcionar, podrían haber descongestionado el Jorge Chávez, evitando así su actual colapso, pero a este gobierno le falta iniciativa. Además, permite que LAP practique la política del perro del hortelano. 

Lo concreto es que a 50 años de su inauguración y a 16 años de su concesión que se dio para ampliarlo, el Jorge Chávez está tan abandonado como su monumento en Domodossola.