En las profundidades de las comunidades rurales del Perú, donde el verdor de los campos se mezcla con la tradición y las costumbres arraigadas, miles de niñas y adolescentes siguen luchando contra una sombra que se niega a disiparse: las uniones tempranas y forzadas. En el marco del Día Internacional de la Mujer, sus historias revelan una realidad cruda y persistente, donde sus futuros y sueños corren el riesgo de desvanecerse si no tomamos una acción urgente hoy.
En el Perú, según estudios de Plan Internacional y UNFPA, más de 56 mil niñas y adolescentes viven en uniones tempranas forzadas. El 82% de esta cifra lo experimentan adolescentes mujeres, una proporción cuatro veces mayor que entre adolescentes hombres. A su vez, de esta cifra, 7 de cada 10 niñas que se unieron entre los 10 y los 15 años proceden de zonas rurales. A pesar de los esfuerzos por erradicar esta práctica nociva y del reciente avance de la ley que prohíbe el matrimonio de menores de edad, esta última es solo la punta del iceberg: las uniones tempranas forzadas no están contempladas dentro del marco de esta ley, por lo que poco o nada ha cambiado en los últimos años para estas niñas de zonas rurales, quienes son las que experimentan más este tipo de uniones. A menudo, son vistas como futuras convivientes en lugar de aspirantes a profesionales o lideresas comunitarias.
La problemática de las uniones tempranas y forzadas tiene raíces profundas en la desigualdad de género, la pobreza, la violencia sexual, el embarazo adolescente y la falta de acceso a la educación en algunas zonas rurales y periurbanas del país. En muchas ocasiones, las familias ven la unión como una forma de asegurar el futuro económico de las niñas o de proteger su honor, perpetuando así un ciclo de discriminación y vulnerabilidad.
Ante esta situación, Plan Internacional lanza la campaña #FuturoParaEllas, que pone de relieve la importancia de conocer que esta realidad está más cerca de lo que pensamos y que resalta la necesidad de garantizar y complementar la implementación de políticas y programas destinados a prevenir y erradicar las uniones tempranas y forzadas, en el marco de sus derechos.
Mientras las niñas rurales continúen siendo víctimas de estas prácticas, el futuro seguirá siendo incierto para ellas. Solo a través de un esfuerzo colectivo y sostenido, que aborde las causas subyacentes de esta problemática, podrán estas niñas en los ámbitos urbanos y rurales vislumbrar un futuro donde sus sueños y aspiraciones no estén limitados por el peso de las tradiciones y de la pobreza.