Por más de 20 años, nuestro país siguió un modelo de gestión ambiental “sectorial” según el cual el ministerio encargado de promover las inversiones era, además, la entidad responsable de aprobar los estudios de impacto ambiental detallados (EIA-d) de los proyectos de inversión comprendidos en ese mismo sector. Este modelo supuso la fragmentación de la gestión ambiental y generó gran disparidad entre los distintos ministerios en cuanto a los criterios de evaluación y exigencia ambiental.
Esta situación finalmente cambió. Progresivamente, los EIA-d pasarán a ser evaluados por una única entidad: el Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace), que inició ayer sus actividades con los proyectos de los subsectores minería y energía. Este nuevo modelo de gestión ambiental supone varios beneficios para todos. Primero, promueve una evaluación imparcial, técnica y objetiva del EIA-d, pues elimina cualquier potencial conflicto de interés. Segundo, asegura la uniformidad y estandarización de criterios y procedimientos en la evaluación ambiental al centralizar en una única entidad la evaluación ambiental. Tercero, coadyuva a articular la labor del Estado mediante la evaluación simultánea del EIA-d y de los permisos ambientales relacionados a este, a través de la novísima Certificación Ambiental Global, próxima a ser implementada por el Senace.
En el Senace tenemos la convicción de estar a la altura de este desafío. Recientemente se han publicado guías y manuales internos que buscan uniformizar el trabajo de los evaluadores ambientales; se ha elevado la valla para la inscripción de las consultoras ambientales, asegurando así su carácter multidisciplinario; se ha iniciado el proceso para implementar la plataforma tecnológica que permitirá atender los trámites a través de una ventanilla única digital; y se ha reforzado el equipo de evaluadores ambientales con la contratación de especialistas que cuentan con experiencia sectorial. Seguiremos trabajando arduamente para cumplir con los objetivos trazados.
De hecho, en el corto plazo los esfuerzos del Senace estarán orientados a dotar de confianza, predictibilidad y eficiencia al proceso de evaluación ambiental. Confianza porque la entidad actuará de forma objetiva, sin privilegios, promoviendo espacios de participación ciudadana efectiva y responsable. Predictibilidad porque los trámites a su cargo recogerán criterios uniformes y reducirán la discrecionalidad estatal. Y eficiencia porque modernizará la evaluación ambiental, sin rebajar estándar alguno, tendiente a hacer del EIA-d un documento sencillo, fácil de entender, pero a la vez robusto y consistente.
Para cumplir este desafío, se requiere del apoyo de todos los actores del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). De las comunidades campesinas y nativas, con quienes existe un firme compromiso para sostener un diálogo permanente y eficaz que nos permita conocer sus preocupaciones y disipar sus dudas. De los inversionistas, con quienes trabajaremos para alcanzar procedimientos más simples y ágiles que ayuden a ejecutar oportunamente las inversiones. Y, finalmente, de la sociedad civil para infundir la mejora continua de los servicios que brinda el Senace y lograr así la excelencia ambiental.
Sabemos que el reto es enorme y que hay mucho trabajo todavía por hacer. Sin embargo, estamos convencidos de que con el soporte y compromiso de todos los actores del SEIA lograremos convertir al Senace en un catalizador del diálogo ambiental para seguir abriendo caminos a la inversión sostenible en el país.