Luciano Poggi

De acuerdo con un informe publicado por la Federación Mundial de la , para el 2035 la mitad de la población tendrá u obesidad. A pesar de que esta enfermedad suele ser percibida como un problema de salud individual y relegada a un segundo plano en las preocupaciones públicas, su impacto, aunque silencioso, es devastador y ha pasado inadvertido en gran medida. El no escapa de estas estadísticas alarmantes, ya que se prevé que, para el mismo año, el 35% de las personas adultas tendrá obesidad.

La obesidad y su forma más extrema, la obesidad severa, no son simplemente una cuestión estética: son condiciones médicas graves que conllevan un riesgo significativo para la salud, debido a su asociación directa con afecciones crónicas como la diabetes, la hipertensión, las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares (ACV), los problemas de fertilidad, distintos tipos de cáncer e incluso la muerte súbita. También provoca problemas de movilidad, dolor crónico y trastornos alimentarios.

Por otra parte, los individuos afectados enfrentan una serie de desafíos emocionales, especialmente ansiedad y depresión, pues sufren sesgos, prejuicio y discriminación social, lo que dificulta aún más su lucha contra esta enfermedad.

Entonces, ¿por qué la obesidad no recibe la atención que merece, a pesar de ser tan perniciosa para las personas que la padecen? Esta es una pregunta que nos planteamos año tras año, y creemos que la falta de conocimiento y conciencia provocan que sea un problema del que se habla poco y, en algunos casos, resulte incómodo de abordar.

Si bien en el Perú existen procedimientos quirúrgicos que pueden disminuir el sobrepeso, mejorar la calidad de vida y reducir las complicaciones asociadas a la obesidad severa, en muchos casos optar por esta alternativa es complicado, por la falta de acceso a servicios de salud especializados y una estructura de derivación adecuada cuando la enfermedad ha alcanzado su forma más extrema. Todo ello obstaculiza la oportunidad de recibir un tratamiento oportuno. Además, la insuficiente cobertura de seguros médicos que cubran estos tratamientos también incide en las dificultades para obtenerlos.

A ello se suma la creencia entre las personas de que pueden perder peso con dieta, algo casi imposible cuando la enfermedad se encuentra en esa etapa: se ha demostrado que menos del 5% de los pacientes con obesidad severa logra mantener una pérdida de grasa corporal sostenida sin intervención médica.

Por lo tanto, es prioritario no ignorar el problema, pues, de lo contrario, observaremos en el mediano plazo un aumento aún mayor en las tasas de obesidad. Es hora de que esta enfermedad ocupe un lugar destacado en la agenda política y pública, y de que tanto los tomadores de decisiones como los pacientes sean conscientes de la importancia de acceder a un tratamiento oportuno y adecuado.

La estigmatización y los prejuicios perpetúan un ciclo de sufrimiento y marginación para aquellos que luchan con su peso.

Es momento de poner fin al silencio y la indiferencia, y comprometernos a abordar este importante problema de salud pública con la seriedad y la urgencia que merece.

Luciano Poggi es Miembro directivo de la Asociación Peruana de Cirugía y Enfermedades Metabólicas (APCBEM)