Las estadísticas oficiales, buenas o malas, son cruciales para la toma de decisiones en el sector privado. El análisis de los datos del crecimiento del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) sugiere que podemos mejorar la información que reciben los ciudadanos sobre la evolución de nuestra economía.
La desaceleración es cada vez más tangible: el crecimiento acumulado de enero a julio ya está por debajo del 3%. Sin embargo, lo que realmente llama la atención es la disímil evolución de los sectores de servicios en comparación a los sectores productores de bienes. Así, según el INEI, las tasas de crecimiento de enero a julio del comercio, de los servicios prestados a las empresas y de los servicios financieros son de 4,7%, 6,8% y 13,2%. Por el contrario, las tasas de crecimiento de la manufactura, de la minería y de la construcción, en el mismo período, son iguales a -0,5%, -0,2% y 0,9%.
Para ilustrar la dicotomía, he agrupado a la actividad agropecuaria, la pesca, la minería, los hidrocarburos, la manufactura y la construcción bajo la categoría “bienes”, y a todos los otros sectores productivos bajo la categoría “servicios”. He utilizado el peso que el INEI le asigna a cada sector en el producto bruto interno (PBI) total. Según esta agrupación, los servicios se vienen expandiendo entre enero y julio a una tasa de 5,7%, mientras que la tasa de crecimiento de los bienes es negativa e igual a -0,08%. Es decir, mientras los servicios crecen a tasas galopantes, la producción de bienes está estancada.
Más aun, la tasa de crecimiento anualizada de los servicios es, esencialmente, la misma desde enero del 2013. En particular, esta tasa ha fluctuado entre 6% y 7% en los últimos 18 meses precisamente en el período en que la producción de bienes ha llegado a un punto muerto. Es decir, según los datos oficiales, no hay desaceleración en el sector servicios y todo el aletargamiento económico está concentrado en los bienes. Un escéptico se preguntaría: ¿cómo es posible que los servicios, en particular aquellos destinados a las empresas, se expandan a tasas robustas mientras que la producción de bienes está en neutro?
Recordemos que el grueso de la producción de bienes, como el volumen de concentrados de cobre, la extracción de petróleo o los despachos de cemento, es directamente medido. En cambio, el dato del PBI de los servicios es, en gran medida, el resultado de imputaciones que realiza el INEI. ¿Será posible que estas imputaciones no sean las más adecuadas? Publicar el detalle de cómo se estima el PBI de los servicios nos ayudaría a entender mejor su peculiar evolución.
La evidencia internacional nos dice que los ciclos económicos de expansión y contracción afectan tanto a los bienes como a los servicios.
Parece haber un punto de inflexión positivo en el PBI desde junio. El indicador coincidente de la actividad económica, promedio de diversas series económicas desarrollado por Bruno Seminario y María Alejandra Zegarra, sugiere que la economía se está empezando a recuperar. Sin embargo, la evolución de este indicador también nos dice que la recuperación será lenta y que es poco probable crecer más de 3% este año. Las proyecciones del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y del Banco Central de Reserva (BCR), incluso luego de sus sucesivas revisiones a la baja durante el año, parecen pecar de optimismo.
No matemos al mensajero. Los boyantes datos del crecimiento de los servicios merecen mayor escrutinio.