"El quiebre de las formas en su mensaje versa sobre un disenso de la política vivida hasta el momento".
"El quiebre de las formas en su mensaje versa sobre un disenso de la política vivida hasta el momento".
Elder Cuevas-Calderón

En medio del fragor de las opiniones actuales una me interpeló lo suficiente para escribir esta columna. ¿Cómo entender el inicio del nuevo gobierno a partir de la semiótica? Una pregunta compleja, más aún cuando, a diferencia de aquellas disciplinas dedicadas a estudiar los antecedentes o las consecuencias políticas, la semiótica estudia la producción de significación en el mensaje, alejándose de la intención del autor, y concentrándose en la intencionalidad del mensaje. Es decir, sin quedarse solo en lo quiso decir el autor de mensaje, sino aventurándose a explorar el mensaje mismo en el que muchas veces el autor ni siquiera advierte lo que ahí se encuentra. Así nos damos a la tarea semiótica, lejos del autor , incluso, del orden cronológico de los hechos, pero siempre respetando la intencionalidad del mensaje. ¿Cómo entender los mensajes del nuevo Poder Ejecutivo? A fin de poder construir un corpus analítico, tomemos las cuatro juramentaciones por ser actos formales como un inicio de estudio.

La primera, en el Congreso de la República, durante el día, en un espacio protocolar, hermético, en el que cada persona tiene asignado un lugar y, por ende, toda una coreografía establecida. La segunda en la Pampa de la Quinua, nuevamente durante el día, en un espacio no protocolar, bélico-conmemorativo, abierto, cercano a la tierra y a las personas en el que los lugares se dan con la práctica de las personas. La tercera, en el gran teatro nacional, durante la noche, en un espacio no-protocolar, artístico-festivo, cerrado. La cuarta, en el Centro de Convenciones Lima, de nuevo durante la noche, en un espacio más convencional que protocolar, ceremonial, aún más cerrado, y dedicado a una sola función.

Fueron cuatro juramentaciones cuyos cambios de locaciones se entrelazan con el número de la audiencia y con el tipo de demanda. Se ha pasado de un espacio inmenso cuyo destinatario son aquellos de demandas universales (Pampa de la Quinua), plurales, relegadas, excluidas de la escena política, de los que tienen presentación sin representación, en breve, de toda demanda sin-lugar. Luego se pasó a uno grande cuyo mensaje versa en lo común (Congreso de la República), de los que están dentro del escenario político, de los que sí tienen representación, de las demandas singulares. Después se pasó a uno pequeño cuyo destinatario está alineado con las demandas de sectores específicos de la producción (Gran Teatro Nacional). Finalmente, un espacio minúsculo cuyo destinatario son dos carteras que se han manejado ante demandas de la exclusividad y de las excepciones (Centro de Convenciones de Lima).

Sin embargo, esta breve reflexión de nivel plástico, precisa hurgar en lo temático. Allí resulta interesante comprender que estamos ante la ruptura de las formas (los protocolos, la etiqueta, los acuerdos implícitos o explícitos dentro de una hegemonía) mas no de las normas. Un quiebre importante de señalar ya que está enquistado en el razonamiento nacional. ¿Cuántas veces ha escuchado o pensado que el problema no está solo en lo que dijo sino en el modo en que lo dijo? O traducido para nuestro trabajo, no en la norma sino en la forma.

El quiebre de las formas en su mensaje versa sobre un disenso de la política vivida hasta el momento. Una búsqueda de un gobierno que no pretende hacer re-formas, ni mover un poco lo que ya se tenía establecido con la receta preestablecida. El mensaje es el de uno ‘re-volucionario’, que vuelve a hacer la forma, no a modificarla sino a revolverla hasta que sea una nueva materia.

Más allá de todos las interpelaciones y cuestionamientos que van teniendo espacio en la coyuntura actual, debemos tener en claro que existirá un antes y un después del gobierno de . Por eso, ante la pregunta de cómo estudiar semióticamente a un gobierno, quizá mi mejor respuesta sea como la de uno de los padres de la semiótica: más allá del mensaje no hay salvación.

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