"Yo acuso la inestabilidad política y social que genera el Gobierno causando el aumento del desempleo, el encarecimiento de los víveres, la postergación de iniciativas y de emprendimientos, perjudicando especialmente a los más vulnerables" (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
"Yo acuso la inestabilidad política y social que genera el Gobierno causando el aumento del desempleo, el encarecimiento de los víveres, la postergación de iniciativas y de emprendimientos, perjudicando especialmente a los más vulnerables" (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).

Tomo prestado el título de la denuncia periodística de Émile Zola, publicada en París en 1898, contra el antisemitismo en el Caso Dreyfus y que hizo historia. Así, a tan solo 24 días de gobierno, yo acuso.

Yo acuso los flagrantes y sistemáticos intentos que ponen en riesgo la supervivencia misma del Estado Constitucional del Perú, enfrentándonos por primera vez al deliberado objetivo de convertirnos en un estado totalitario, condicionando nuestra libre y digna existencia.

Yo acuso la voluntad de alterar nuestra historia y de negar nuestro mestizaje con el protervo objetivo de fomentar odios y divisiones entre peruanos.

Yo acuso la voluntad de culpar a la “herencia colonial” de todos nuestros males, una lógica por la cual la Biblia que la inmensa mayoría de compatriotas abrazamos como referente de fe debería de ser quemada, nuestro Cristo Morado atormentado a chicotazos y sus andas descuartizadas a machetazos.

Yo acuso la clamorosa improvisación gubernamental.

Yo acuso la ausencia absoluta de transparencia en los primeros días de los actos de gobierno.

Yo acuso las restricciones a la libertad de expresión y de información.

Yo acuso el intento de copar el Estado mediante nombramientos de impresentables y de personas sin calificaciones.

Yo acuso la constante provocación gubernamental.

Yo acuso la evidente infiltración del ‘pensamiento Gonzalo’ en el magisterio y su presencia en el partido y en parte de su bancada, sostén del Gobierno.

Yo acuso la actitud escapista y selectiva del presidente respecto de su deber de informar.

Yo acuso las muy sospechosas concesiones exprés otorgadas por 20 años a empresas sin fundamentos para que brinden servicios en telecomunicaciones.

Yo acuso la deficiente gestión para afrontar la crisis sanitaria, la crisis económica y social, la rampante inseguridad pública y la inacción ante la tercera ola de la pandemia y la variante delta.

Yo acuso el doble discurso y la actitud chabacana del presidente del cuando trata asuntos generales y de gestión pública.

Yo acuso el maltrato a la policía nacional mediante el intento de sustraerle de sus funciones fundamentales, promoviendo su infiltración con fuerzas de choque, amedrentamiento, soplonería y control ciudadano, y recortándole combustible con el fin de inmovilizarla y desmoralizarla.

Yo acuso el asalto a la Dirección contra el Terrorismo con la finalidad presunta de sustraer pruebas de supuestos delitos cuando –justamente– algunos de los partidarios del Gobierno vienen siendo investigados desde hace tiempo por supuestos vínculos con y con el narcotráfico.

Yo acuso el maltrato a la trayectoria de Torre Tagle, nuestra primera línea de defensa nacional.

Yo acuso la grave ofensa proferida contra nuestra .

Yo acuso el desprecio por los caídos en defensa de nuestras vidas.

Yo acuso la anunciada pretensión de reelección presidencial consecutiva e indefinida mediante una asamblea constituyente.

Yo acuso la presencia injerencista y con facilidades oficiales de , promoviendo descaradamente su constitución bolivariana.

Yo acuso la inestabilidad política y social que genera el Gobierno causando el aumento del desempleo, el encarecimiento de los víveres, la postergación de iniciativas y de emprendimientos, perjudicando especialmente a los más vulnerables.

Yo acuso el relativismo con el que el presidente intenta justificar los mensajes violentistas de personas que ha designado como altas autoridades.

Que se sepa, como en los sucesivos gritos y proclamas de ‘independencia’ y ‘libertad’, como cuando abolimos la esclavitud, como cuando adultos y niños años después nos ofrendaron sus vidas en defensa de nuestra Patria, que somos una inmensa mayoría que ya resistimos todo este intento totalitario y que quienes pretendan avanzar más, enfrentarán a la justicia, acaso la cárcel, el juicio de la historia y la inevitable justicia divina.

Finalmente, “abrigo la esperanza de que esta situación se revierta enfáticamente y que el gobierno se rectifique”, como cerraba un artículo que publiqué el 3 de enero de 1994 en este diario, el Decano.