"Perú-Chile: agenda de la historia", por Daniel Parodi Revoredo
"Perú-Chile: agenda de la historia", por Daniel Parodi Revoredo
Redacción EC

DANIEL PARODI REVOREDO

Profesor del Departamento de Humanidades Pontificia Universidad Católica del Perú

En el prólogo que le ha dedicado a mi próximo libro, el destacado psicoanalista Max Hernández reconoce que esperaba una victoria completa del Perú en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) porque se vinculó con el litigio desde una perspectiva más histórica que judicial. La confesión de Hernández nos abarca a todos porque inclusive los hombres y mujeres de Estado combinan a su actuación política la dimensión subjetiva que atañe el nacionalismo y las arraigadas querencias patrióticas.

Habiendo vuelto la calma a nuestras sociedades, debemos hacer un mea culpa y reconocer que esa clave histórica se apropió de nosotros entre el lunes 27 de enero (lectura de la sentencia) y el jueves 6 de febrero (reunión del 2 + 2). Tal vez fue la precipitación de Sebastián Piñera en expresar la posición de su país respecto del la que levantó la polvareda, a la que se sumó el tuit de Eduardo Frei denunciando un Perú irredentista, que siempre querrá algo más de Chile.

, pues dimos por sentado que la cuestión del triángulo terrestre planteada por Chile era un condicionamiento para la ejecución de la sentencia. Y fue así que, en clave histórica, atamos los cabos del plebiscito acordado en 1883, y nunca realizado, junto a las obras del muelle de Arica, que recién se entregaron en 1999. Era más de lo mismo, Chile no iba a ejecutar el fallo. 

Esos fueron nuestros viejos imaginarios frente a frente: irredentismo versus imperialismo. Para Chile, el Perú busca resarcirse el daño de la Guerra del Pacífico, “que ayer fue Tacna y Arica, que luego la frontera terrestre, después la marítima y que después puede ser el aire o la brisa que cruza la frontera”. Para el Perú, Chile es el país imperialista, que actúa más por la fuerza que por la razón, apropiándose, una vez más, de una porción de territorio peruano, para luego condicionar a su sesión la ejecución del mandato de la CIJ.  

Agenda para la reconciliación. Tras el 2 + 2 las cosas parecen diferentes, se ha despejado la polvareda y nuestras caras son las del siglo XXI, las de dos países que han firmado un tratado de libre comercio (TLC), que lideran la Alianza del Pacífico y que tienen un flujo de cinco millones de personas cada año entre Arica y Tacna. Quizá sea pronto para tratar estos temas, pero, tras la superación de la tirantez por el triángulo terrestre, a las agendas económica, comercial y social, que ya están en marcha, habría que sumarle la agenda de la historia porque ella influye en la manera como nos vemos, en lo cotidiano, peruanos y chilenos. 

Por eso es importante descubrir que en nuestro pasado no solo hay Guerra del Pacífico y Tratado de 1929, sino muchos acontecimientos positivos, desde el apoyo de O’Higgins a la independencia del Perú, pasando por historias cotidianas, como el éxito musical de Lucho Barrios en Chile y la historia que estamos escribiendo hoy, en la que el Perú y Chile resolvimos civilizadamente una controversia. 

Pero algún día no tan lejano, peruanos y chilenos tendremos que hablar de lo malo que nos pasó. Es condición del psicoanálisis traer al presente el pasado doloroso no para olvidarlo, pero sí para superarlo, para que sane la herida. Ese será el momento de los grandes gestos, del perdón por los excesos de la Guerra del Pacífico. 

Y el siguiente paso es la escuela, porque la desconfianza histórica comienza allí. Si queremos cambiar la mirada, hay que cambiar nuestros discursos que van a contracorriente de los nuevos tiempos. Necesitamos unidades de aprendizaje binacionales, una por año de secundaria, que nos enseñen qué tenemos en común y qué tenemos en particular entre el Perú y Chile. Esta es la agenda de la historia que debe constituirse en una base de confianza para avanzar las otras agendas, las que apuntan hacia el desarrollo material de ambas sociedades.