El martes pasado se celebró el Día Internacional del Migrante. La fecha nos invita a reflexionar sobre la posición del Perú en el contexto de las migraciones globales. Nuestra memoria es fugaz, y el masivo desplazamiento forzado de venezolanos hacia el Perú y otros países de la región nos hace olvidar que el Perú no solamente es un país de inmigración, sino que sigue siendo un origen importante de migrantes internacionales.
El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) estima que cada año emigran un promedio de 110.000 peruanos. Entre 1990 y el 2017, el número de peruanos que salieron del país y no han retornado es de 3’089.123, lo que representa el 10% de la población total, de acuerdo con las cifras obtenidas en los censos del año pasado. En el 2010, cerca del 90% de los peruanos emigrantes se concentraban en siete países: Estados Unidos (31,5%), España (16,0%), Argentina (14,3%), Italia (10,1%), Chile (8,8%), Japón (4,1%) y Venezuela (3,8% o 100.000 personas).
La evidencia económica demuestra que, en el mediano y largo plazo, la migración es positiva. Según el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, “la migración es un poderoso motor del crecimiento económico, el dinamismo y la comprensión. Permite que millones de personas busquen nuevas oportunidades, lo que beneficia por igual a las comunidades de origen y de destino”.
Las remesas, los envíos de dinero de inmigrantes a sus países de origen, alcanzaron un nuevo récord en el 2017. El Banco Mundial estima que las remesas a países con ingresos bajos y medianos alcanzaron US$466.000 millones en el 2017, un alza de 8,5% respecto al 2016. Se espera que suban alrededor del 4% este año para llegar a US$485.000 millones. Las remesas que enviaron los migrantes peruanos que residen alrededor del mundo el año pasado totalizaron US$3.051 millones, 5,8% más que en el 2016.
El inmigrante no llega a las sociedades de destino a robar. Llega a trabajar y, en muchos casos, a innovar. En Estados Unidos, los migrantes han fundado o cofundado compañías como Google, Intel, WhatsApp, PayPal, eBay, Tesla y Yahoo! Aunque constituyen menos del 15% de la población estadounidense, los migrantes calificados representan más de la mitad del personal de las start-ups (emergentes) de Silicon Valley y más de la mitad de las patentes.
La inmigración al Perú empezó a tener protagonismo en los años 2000 y, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entre el 2008 y el 2010 ingresó el 40% de los 63.000 extranjeros que residían en el país en el 2010. Este aumento significativo respondió al crecimiento económico del Perú, que rondaba un promedio anual del 7% del PBI. Ello lo hizo atractivo para la llegada de españoles y de argentinos que huían de la crisis económica en sus países de origen. El crecimiento económico también motivó el retorno de algunos peruanos. Se calcula que entre el 2000 y el 2017, retornaron 313.708 peruanos, con un promedio anual de 17.400 luego de residir más de un año en el exterior.
Con respecto a los países de origen más importantes de los inmigrantes en el Perú, hasta el 2012, Estados Unidos encabezó la lista (11,6%), seguido de China (7,7%), Ecuador (7,5%), Bolivia (6,4%) y Colombia (5%). Esta población migrante se caracterizaba por contar con estudios superiores (62,5%) y por estar ocupados laboralmente (97,5%), ya sea en calidad de dependencia en una empresa o institución, o como trabajadores independientes manejando su propio negocio. Ello les confería buenas posibilidades de adaptarse a la realidad peruana y de contribuir al crecimiento económico interno.
Lo mismo aplica a los migrantes venezolanos, que son el 24,6% de los 150.000 extranjeros que ingresaron al Perú entre 1990 y el 2017. La mayoría cuenta con estudios superiores. A diferencia de la inmigración europea, el potencial que implica la inmigración venezolana para el Perú no se refleja en el discurso político y la opinión pública. Aun así, debido a la grave crisis económica y humanitaria en su país, muchos venezolanos llegan en condiciones de alta vulnerabilidad. Una gran ayuda para la integración laboral y la contribución de los migrantes a la economía formal sería suprimir la retención del 30% de sus ingresos que –al margen de cuánto ganen– se hace a los extranjeros en su primer año de residencia en el Perú. Esto hace que entrar en planilla sea poco factible para la mayoría de los venezolanos.