"Una mayor proyección exterior de la fuerza intangible de nuestra cultura puede acelerar también, a nivel interno, entre nosotros, procesos de memoria y de imaginación, de introspección y de expresión que interpelen, modelen y renueven la manera en que nos vemos a nosotros mismos, fortaleciendo así nuestra tolerancia, convivencia y ciudadanía democrática". (Foto: Víctor Idrogo/El Comercio)
"Una mayor proyección exterior de la fuerza intangible de nuestra cultura puede acelerar también, a nivel interno, entre nosotros, procesos de memoria y de imaginación, de introspección y de expresión que interpelen, modelen y renueven la manera en que nos vemos a nosotros mismos, fortaleciendo así nuestra tolerancia, convivencia y ciudadanía democrática". (Foto: Víctor Idrogo/El Comercio)
Rómulo Acurio

Un valioso informe publicado hace pocos días por el curador y escritor José Carlos Mariátegui y su equipo demuestra que la presencia del en la feria ha sido la campaña pública exterior de mayor impacto mediático de la historia peruana.

Me parece importante derivar tres conclusiones del informe. La primera, que la proyección del Perú en el extranjero tiene más impacto cuando la sostiene un contenido cultural de excelencia, en lugar de un contenido cultural solo suficiente, como el de las imágenes y frases publicitarias que suelen acompañar a la promoción turística y comercial.

La larga experiencia de la cancillería en materia de proyección cultural enseña que el contenido de excelencia privilegia lo complejo sobre lo pintoresco, lo memorioso sobre lo exótico, lo reflexivo sobre lo vistoso. Es contenido de excelencia el que presenta al Perú como un foco emisor de cultura y de universalidad para la región y para el mundo, desde hace siglos y hasta hoy; el que hace visible la conexión que existe, en la actualidad, entre la complejidad y sofisticación ancestral y la creatividad e innovación contemporánea de los peruanos; el que propone al Perú como un territorio de experiencia, exploración, aventura e investigación de múltiples memorias, grandes espacios y una naturaleza de vasta biodiversidad; y el que presenta a los peruanos como un pueblo hospitalario, festivo, autocrítico y con sentido del humor, enraizado en sus tradiciones pero abierto al cuestionamiento en materia artística, musical, gastronómica, social, intelectual, etc.

La segunda conclusión que retiro del informe es que la proyección exterior del Perú, para tener gran impacto, debe ir más allá de un efecto promocional y apostar por efectos trascendentes de largo plazo. Por supuesto, debe buscar el posicionamiento y las ventas de nuestros creadores y empresas y, en un sentido amplio, afianzar la marca Perú como destino atractivo para visitantes y negocios.

Pero la imagen-país es más que el incremento medible del turismo y del comercio. Es la fuerza intangible de nuestra historia, nuestro territorio y nuestra creatividad; una fuerza que –importa decirlo– es al mismo tiempo un bien global y un componente de nuestro desarrollo humano. Es un bien global porque, para los ciudadanos de otras latitudes, en particular para los niños y jóvenes –bolivianos, franceses o coreanos–, la alteridad peruana puede ser, en medio de la profusión y confusión de la cultura global, un valioso aporte sensorial, emocional e intelectual con efectos soterrados e imprevisibles en sus conciencias y sensibilidades. Al mismo tiempo, una mayor proyección exterior de la fuerza intangible de nuestra cultura puede acelerar también, a nivel interno, entre nosotros, procesos de memoria y de imaginación, de introspección y de expresión que interpelen, modelen y renueven la manera en que nos vemos a nosotros mismos, fortaleciendo así nuestra tolerancia, convivencia y ciudadanía democrática.

En esa línea, mi tercera conclusión es que, para proyectar en el extranjero una cultura de excelencia, de efectos trascendentes y de gran impacto, se requiere una instancia estructurada de deliberación, apoyada en un presupuesto ad hoc y sostenido, donde el Estado y los actores privados de la creación y las ideas se reúnan para diseñar estrategias, programar eventos continuos, encargar curadurías significativas y articular la mirada sustantiva del con la mirada promocional de Prom-Perú, ambas guiadas por la mirada diplomática de la cancillería, que está convencida del poder de la cultura para ampliar la ascendencia y el liderazgo del Perú en su región y más allá. Sobre esas bases, se podrá avizorar realmente la ambición del Perú como la potencia creativa que está en condiciones de ser.

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