(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Bjorn Lomborg

Hace cuatro años, las ratificaron los , la agenda de desarrollo global hasta el 2030. A poco más de una década, la implementación necesita ser reorganizada desesperadamente.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que fueron reemplazados por los ODS, funcionaron porque solo hubo nueve promesas clave, incluida la reducción a la mitad de las personas en situación de y de aquellas que padecen hambre, y el descenso de la mortalidad infantil en dos tercios. Este enfoque más concreto aseguró que se destinara más dinero a las áreas más importantes. Como resultado, al menos 21 millones de personas más están vivas hoy.

Cumplidos los ODM, nadie quería quitar nada de la mesa. Los líderes mundiales ratificaron una lista completamente inviable de 169 objetivos de desarrollo y esto creó tres problemas:

Primero, los objetivos son demasiado numerosos y complejos para ser supervisados. Muchos países tienen enormes limitaciones de datos y muy pocos, si los hay, recopilan información completa sobre cada uno.

En segundo lugar, tratar de lograr todos ellos es prohibitivamente costoso: las estimaciones anuales varían entre US$1,4 billones y US$30 billones, siendo US$5 billones la cifra más probable.

El tercer y mayor problema es que la lista no nos dice en qué áreas debemos centrarnos. Algunos, como el desarrollo de herramientas para controlar el turismo sostenible, no deben priorizarse sobre la desnutrición, la pobreza o la falta de agua potable y saneamiento.

Para poner orden en esta confusión, todas las naciones deben priorizar los objetivos más importantes, y el Perú debe dar ejemplo y ser un referente.

Sabemos que se está gastando muy poco dinero para alcanzar todos los objetivos, por lo que claramente los gobiernos y los donantes ya están tomando sus propias decisiones sobre qué objetivos son más importantes.

Un punto de partida es la lista de los 19 objetivos prioritarios elaborada por varios economistas premios Nobel para Copenhagen Consensus, quienes estudiaron y ponderaron las variables de coste-beneficio de cada una de las áreas de los ODS.

Descubrieron que la inversión en nutrición infantil tiene resultados increíbles: los niños rinden más en la escuela, tienen vidas más prósperas y son más propensos que sus mayores a criar hijos sanos y bien alimentados. El análisis revela que cada dólar gastado en nutrición en los primeros 1.000 días de la vida de un niño puede devolver beneficios a toda la sociedad por un valor de hasta US$166.

La tuberculosis, el mayor asesino infeccioso del mundo, recibió en el 2017 solo el 4,6% de la asistencia para el desarrollo de la salud, unos míseros US$1,7 mil millones. Reducir las muertes por tuberculosis en un 90% se traduciría en 1,3 millones de muertes menos. Los beneficios para la sociedad equivaldrían a US$43 por cada dólar gastado.

Otra área importante es el empoderamiento de las mujeres. El panel de premios Nobel descubrió que centrarse en la eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas es vital por razones tanto morales como económicas. Las investigaciones revelan que el coste de la asistencia por violencia contra las mujeres y los niños es equivalente al 9% del PBI mundial.

La expansión de la anticoncepción y el acceso a la planificación familiar también es importante. Más de 200 millones de mujeres aún carecen de acceso a los métodos modernos de anticoncepción. Obtenerlo de forma universal tiene un coste anual de US$3,6 mil millones, pero permitir a las mujeres un mayor control sobre el embarazo supondría una reducción de 150.000 muertes maternas y 600.000 niños huérfanos menos, junto con considerables beneficios económicos. El retorno a la sociedad es de 120 veces el costo.

Y la política más poderosa que podría aplicarse para reducir la pobreza es la promoción del libre comercio. Recuperar el acuerdo de libre comercio de Doha haría al mundo US$11 billones más rico cada año hasta el 2030, y gran parte de este beneficio iría a los más pobres del mundo.

Entre los objetivos ambientales, los premios Nobel descubrieron que la protección de los arrecifes de coral es extraordinariamente efectiva, ya que además de los beneficios para la biodiversidad, los arrecifes saludables aumentan el turismo y las poblaciones de peces.

La agenda de desarrollo necesita una revisión. Los premios Nobel descubrieron que el dinero gastado en los 19 objetivos más importantes lograría lo mismo que cuadruplicar el gasto mundial en ayuda. Eso sería un logro increíble.