“Благодарность” significa “gratitud”. Mijaíl Gorbachov nació en 1931, ya creada la URSS, producto inicialmente de la fusión de Rusia, Transcaucasia, Bielorrusia y Ucrania. Siendo adolescente trabajó como sus padres en granjas colectivas, viviendo hasta 1945 bajo el gobierno del criminal Iósef Stalin, quien planificó y centralizó la economía.
Tras once días de febrero de 1945, en el antiguo palacio de Livadia y con la participación de Iósif Stalin, Winston Churchill y Franklin Delano Roosevelt, la conferencia de Yalta es el germen de la posterior ‘Guerra Fría’. Las dos superpotencias contaron después con su radio de influencia o de control: la OTAN y el Pacto de Varsovia, alumbrando el mundo bipolar.
Mijaíl Gorbachov fue abogado. Desde 1952 integró el partido comunista y, tras múltiples ascensos y destinos, en 1985 fue designado secretario general del Comité Central del Partido Comunista.
En los 80, la difícil vida cotidiana propició que las mayorías descreyeran de los mitos comunistas, confrontaban sus ollas con las mentiras y excusas exhibidas en los frecuentes, rojos y marciales desfiles plenos de alabanzas partidarias vacías de verdad y pudor.
La economía centralizada, el desabastecimiento por ausencia de oferta, el desempleo encubierto y el inocultable mayor consumo de alcohol hizo que en el argot popular el verbo ‘comprar’ fuera sustituido por el de ‘conseguir’: conseguir alimentos en el mercado negro, favores o información para la gerontocracia partidaria y militar.
El proyecto soviético estaba herido de muerte en tanto que Ronald Reagan y la “dama de hierro” Margaret Thatcher arremetían contra el comunismo y el socialismo desde las razones y las bondades de la libertad. El gasto soviético en defensa bordeaba el 40% de su PBI mientras Washington, gozando de una robusta economía, acogotaba a Moscú para que gastara más en una carrera armamentista entonces jamás antes vista.
Gorbachov fue el primer jerarca soviético que pronunció la palabra ‘democracia’ como forma de gobierno y que contenía las anunciadas reformas: la ‘perestroika’ o reestructuración y la ‘glásnost’ que comprendió transparencia y apertura.
Bajo ese paraguas, propició el inicio del libre mercado, los primeros viajes al exterior, las primeras liberaciones de presos políticos e incipientes reestructuraciones públicas.
En 1986 Washington contaba con 30.000 armas nucleares y 20.000 apuntaban a Moscú, mientras que esta poseía 20.000 y 10.000 apuntaban a su enemigo. El estudio científico del “invierno nuclear” demostró que en una guerra nuclear todos perdían y que la disuasión aumentaba mucho los “beneficios” respecto a los “costos”. Igualmente, el temor compartido era perder el control bélico nuclear por fallas técnicas.
Gorbachov lentamente fue consolidándose porque sus ideales despertaban esperanzas. En 1989 convocó las primeras elecciones legislativas libres en la historia del vasto imperio soviético que comprendía 15 repúblicas, casi 100 nacionalidades dentro del sexto territorio mundial.
El mismo año, Juan Pablo II recibió a Gorbachov y a su elegante esposa Raísa. El visitante lo saludó llamándolo ‘Su Santidad’ y en el diálogo los dos eslavos compartieron comunes preocupaciones por la paz mundial. Desde entonces, el Papa le expresó su pesadumbre por los perseguidos católicos bizantinos en Ucrania. Finalizando el histórico encuentro, Gorbachov lo invitó a visitar Moscú asegurándole libertad religiosa. Poco después, reestablecieron las relaciones diplomáticas y Moscú promulgó la ley de libertad religiosa.
Tras largas negociaciones entre Ginebra y Nueva York, también en 1989 Gorbachov anunció la retirada soviética de Afganistán, redujo el armamentismo y cayó el Muro de Berlín, recibiendo luego el Premio Nobel de la Paz en 1990.
A Mijaíl Gorbachov, llamado el “zar blando”, le bastaron menos de siete años para desterrar el comunismo soviético, la nomenklatura y los gulags. Ejerció la secretaría general del partido y posteriormente la presidencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desde marzo de 1990 hasta diciembre de 1991, mes en que nace la Comunidad de Estados Independientes.
El mundo le debe eterna gratitud a este gigante conductor político, dado que millones de personas conocieron gracias a él la libertad.