Erika Dunkelberg

Tengo cuatro deseos de cara a las posibles mejoras que puede tener el sistema educativo peruano para este 2024.

1. Que los chicos empiecen el colegio a la edad correcta. De ninguna manera debemos aprobar una modificatoria que pretenda mover la edad límite de matrícula del 31 de marzo. Estaríamos permitiendo el ingreso al sistema educativo de niños cada vez más pequeños, que no están preparados neurológica ni emocionalmente para las demandas educativas. La evidencia es contundente, cuánto más tarde ingresen los chicos, mejor les irá. Un ejemplo es Finlandia, en donde los niños ingresan a los 7 años a la primaria.

2. Que las escuelas estén listas para recibir a los estudiantes en marzo. Ya tenemos la norma (Resolución Ministerial 587-2023) que establece los lineamientos para la prestación del servicio educativo a escala nacional, por lo que los directores de escuela y gestores de las UGEL saben cuáles son sus responsabilidades y las acciones que hay que tomar para preparar sus instalaciones y tener al personal preparado.

3. Que la calidad de los aprendizajes mejore significativamente. Esto implicaría que se den cambios importantes en la manera como enseñamos las matemáticas, lectoescritura y ciencia para estar cada vez más cerca del promedio de los países de la OCDE en las futuras evaluaciones PISA. En las tres áreas evaluadas por la prueba PISA tenemos el doble de estudiantes que no alcanzan las competencias mínimas si nos comparamos con el promedio de países de la OCDE. Estos resultados reflejan el acumulado de experiencias de aprendizaje fallidas recibidas desde la primaria.

¿Por dónde empezar para revertir estos resultados? Es prioritario que los maestros comiencen por autocuestionarse, por preguntarse: “¿Estoy realmente desarrollando las competencias necesarias en mis estudiantes? ¿Qué resultados estoy teniendo? ¿Los estoy teniendo con todos mis estudiantes? ¿Qué puedo hacer mejor?”. La función de un maestro no es solo planificar sus clases y evaluar a sus estudiantes, sino reflexionar sobre cuánto han contribuido a que mejore el aprendizaje de cada uno de sus alumnos. Necesitamos maestros que hagan preguntas abiertas y reflexivas, que se den el tiempo para conversaciones con sus estudiantes en que desarrollen el pensamiento causal, científico y matemático, en las que analicen hipótesis e introduzcan vocabulario nuevo. Desde un enfoque de mejora continua, la mirada del otro, del par, permite a los maestros cuestionarse y mejorar. Una lógica muy similar a la de las juntas de médicos para analizar casos, o la supervisión entre pares de los psicólogos.

4. Que erradiquemos el abuso sexual y la violencia en el entorno escolar. La calidad de los aprendizajes no va a mejorar si las escuelas no son espacios seguros. De acuerdo con los resultados PISA, el 13% de estudiantes de 15 años no se siente seguro en su escuela. En el 2023 se han reportado, en promedio, 18 casos de agresiones de docentes a estudiantes al día en el Sistema de Registro de Casos de Violencia Escolar (SíSeVe). Este problema es más grave en las escuelas públicas.

¿Por dónde empezar? Continuar visibilizando los casos. Sin información, el problema no existe. Adicionalmente, los directores deben conocer a su plana docente. Es fundamental evaluar la salud mental de los docentes con pruebas psicológicas. Estas acciones preventivas permiten conocer quiénes forman parte del equipo educativo, asegurando que los maestros cuenten con la adecuada salud emocional.

A mayor salud mental del profesorado, tendremos menores probabilidades de ‘bullying’ entre estudiantes. Los maestros que tienen una mayor salud emocional están más alertas y atentos a identificar a estudiantes en riesgo de ser agredidos o ser agresores, y están en mejores condiciones de fortalecer las habilidades socioemocionales de todos sus estudiantes y dar contención.

Estos deseos se pueden cumplir con determinación. Determinación para defender la educación de calidad, la salud física y mental de nuestros niños, y la meritocracia en nuestros profesores. Determinación en los políticos, que entiendan que el PBI se mueve con educación de calidad.

Erika Dunkelberg es psicóloga, miembro del Grupo Impulsor de la Educación Inicial